EL MUNDO › EL PRESIDENTE SE NEGO A RECIBIR LAS CREDENCIALES DEL EMBAJADOR DE BUSH
Crece el enfrentamiento entre los países agrupados en el ALBA y la Casa Blanca. Ayer fue el turno de Honduras de echar al embajador de EE.UU. y Nicaragua evalúa hacer lo mismo. Washington puso a tres venezolanos en su lista negra.
› Por María Laura Carpineta
La guerra de los embajadores sumó ayer una nueva baja y varios heridos. El gobierno estadounidense expulsó ayer al embajador venezolano en ese país e incluyó a tres dirigentes chavistas en la lista negra por presuntos vínculos con las FARC. En Honduras, el presidente Manuel Zelaya se negó a recibir las credenciales del nuevo embajador norteamericano, Hugo Llorens, “por solidaridad con Bolivia”. Prometió hacerlo en los próximos días, aunque no quiso adelantar una fecha. Del otro lado de la frontera, el gobierno nicaragüense, otro compañero del bloque regional ALBA, analizaba seguir los pasos de su par centroamericano. “No puedo adelantar ni descartar ninguna decisión”, señaló a este diario el canciller sandinista Samuel Santos. “Nos solidarizamos con Bolivia porque conocemos muy bien cómo son los juegos de Estados Unidos en la región.”
Mientras Bolivia suma apoyos en la América latina, en Estados Unidos todos se alinean detrás de la Casa Blanca. Los dos candidatos presidenciales, Barack Obama y John McCain, respaldaron la decisión del presidente George Bush. “Chávez está intentando distraer la atención de su creciente incapacidad para cumplir con las necesidades básicas de su pueblo, su rechazo de las normas democráticas fundamentales”, aseguró la asesora para asuntos de seguridad nacional del candidato demócrata, Wendy Morigi. Y apuntó también contra Evo Morales. “Bolivia debe resolver sus tensiones internas a través del diálogo, no intentando culpar a ajenos o recurriendo a la violencia”. McCain fue aún más alarmista y advirtió sobre las “tendencias peligrosas” de la región. “El régimen autoritario de Chávez reprime a su pueblo e intenta comprar el apoyo en Bolivia y en otras partes”, denunció el veterano de Guerra.
Los embajadores de Bolivia y Venezuela optaron por el silencio y dejaron ayer Washington sin hacer declaraciones. A pesar de la incertidumbre y la tensión que se respiraba, los diplomáticos de esos países que se quedaron en la capital estadounidense llamaban a la calma. “Era algo que esperábamos. Ahora hay que esperar y ver qué pasa”, dijo un funcionario boliviano, que pidió no revelar su nombre. “Lo único que nos preocupa es que no pensábamos que esto iba a coincidir con el clima de violencia que reina hoy en Bolivia”.
Los diplomáticos venezolanos también estaban a la espera ayer. En Caracas, el canciller Nicolás Maduro y todo su equipo se la pasaron todo el día de reunión en reunión. Además de las ya cotidianas denuncias del juicio en Miami por la valija de Antonini Wilson, el canciller discutió cómo contestarle a Washington.
La primera jugada en esta nueva partida de ajedrez la realizó el miércoles el presidente Evo Morales, cuando le dio 72 horas al embajador estadounidense en La Paz, Phillip Goldberg, para dejar el país. Lo acusó de apoyar e impulsar las protestas en la opositora Media Luna para desestabilizar su gobierno. Washington rechazó las denuncias e imitó a La Paz: anunció la expulsión del embajador boliviano Gustavo Guzmán. Lejos de las cámaras y sin ningún anuncio oficial, también retiró a los 60 agentes que mantenía la DEA en el Chapare, una de las principales zonas cocaleras de Bolivia.
“Dudo que vayamos a romper las relaciones con Estados Unidos. Pero ahora sí tendremos que revisar todo lo que no funciona entre los dos países”, aseguró el diplomático boliviano desde Washington. Lo que no funciona, continuó, es la falta de transparencia en la cooperación norteamericana. “Estados Unidos es el único país que no aceptó hacer público el origen de todas las donaciones y la ayuda humanitaria que ingresa a Bolivia”, señaló.
En Caracas, los ánimos estaban más caldeados. “Esto es una guerra... y no sólo contra Bolivia”, le dijo a PáginaI12 un funcionario de la Cancillería venezolana, que pidió el anonimato. Además de echar al embajador chavista Bernardo Alvarez Herrera, Washington anunció ayer que incluía a tres hombres muy cercanos al presidente Chávez a su kilométrica lista negra. El ex ministro del Interior y Seguridad, Ramón Rodríguez Chacín, y los jefes de los servicios de Inteligencia Hugo Armando Carvajal Barrios y Henry de Jesús Rangel “suministraron ayuda material a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en su tráfico de drogas”, acusó el Departamento del Tesoro estadounidense a través de un comunicado.
El gobierno de Bush les congeló todos sus activos en ese país o en cuentas en bancos norteamericanos y les prohibió la entrada del país. Washington no hizo pública ninguna prueba para incluirlos en su lista negra, pero los tres chavistas, como muchos dirigentes de izquierda en el mundo, tendrán que esforzarse para poder salir de ella. Este año, después de décadas de ser considerados terroristas, Nelson Mandela y su partido, el Congreso Nacional Africano, fueron tachados de la lista negra de la Casa Blanca por una ley del Capitolio.
Consciente de esto, el gobierno chavista quiere contraatacar. “Ahora las relaciones están congeladas, pero estamos analizando cambios, incluso la posible suspensión de la venta de petróleo a Estados Unidos”, confió la fuente diplomática de la Cancillería. La bronca era palpable ayer entre los funcionarios chavistas; sin embargo, semejante medida implicaría resignar sumas millonarias por ventas de crudo al vecino del norte, que representan hasta un 20 por ciento de su presupuesto nacional.
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