EL MUNDO › ENTREVISTA CON BOIKE REHBEIN, ESPECIALISTA EN LOS PROCESOS DE GLOBALIZACIóN
El académico alemán sostiene que frente a la caída de Norteamérica se da “la emergencia del sur”, especialmente de países grandes como China, India, y en Latinoamérica, Brasil. Se trata de un cambio de sistema y no de poder.
Las palabras pausadas de Boike Rehbein apenas alteran la calma de la sala de reuniones de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
El académico alemán, especialista en los procesos de globalización, asegura que el mundo está entrando en una nueva fase. En realidad, explica, se trata del resurgimiento de una norma histórica: un mundo multicéntrico en el que China juega un papel preponderante.
Sociólogo, filósofo e historiador, Rehbein se sale del estereotipo de académico clásico. Joven, de pelo largo, saco sin corbata, habla entre sonrisas y justifica todo lo que dice con ejemplos. La característica más importante de la época, explica, reside en la emergencia de nuevos poderes del Hemisferio Sur. Y vaticina un nuevo paradigma. “La principal relevancia del surgimiento del sur es que va a cambiar el entendimiento y la organización del mundo. El interés de China no es el de hacer todo el dinero que sea posible y promover el capitalismo. Tampoco, por supuesto, es el de promover la democracia. Su interés principal es la estabilidad”, dice a PáginaI12 durante su paso por Buenos Aires, donde vino a presentar el Global Studies Programme, la maestría focalizada en globalización y cambio cultural que dirige desde la Universidad de Friburgo.
–¿En qué momento de la globalización estamos ahora?
–Estamos en una nueva fase, marcada por el fin de la hegemonía neoliberal estadounidense. Ya nadie cree en ella.
–¿Cuál es la tendencia dominante?
–La tendencia principal es la emergencia del sur, especialmente la de algunos países. Hablamos de países grandes, con grandes poblaciones, grandes mercados y grandes ejércitos. China, India, y en Latinoamérica, por supuesto, Brasil. Si miramos al pasado, antes del siglo XVIII, también había redes. Y también había muchos centros. Por ejemplo, en el siglo XVI estaba China, el Medio Oriente. Europa tenía un poco de importancia pero no tanta. Estaba India, el sur de Asia; todos éstos eran los grandes centros pero ninguno era el único.
–¿La actividad económica en el sur refleja ese resurgimiento?
–Los flujos económicos entre estos poderes no son tan importantes todavía, pero relativamente sí. Por ejemplo, podemos ver que en los ’50, el comercio en el sur representaba un 5 por ciento del comercio mundial. Hoy es el 30 por ciento. Hay un incremento gigante. Esto también incluye el comercio entre el sur y el norte, que es todavía mayor que el comercio sur-sur. Pero hay otros aspectos de esta tendencia. Ahora se ven redes emergiendo en todos los niveles, en lo económico, en lo industrial, en la educación, en lo financiero, en lo académico. También están los nexos entre los países del sur, está el G 20, hay agendas en común, intereses en común, voces en común y esto es nuevo también.
–¿China se propone ser el nuevo centro del mundo?
–Hay algunos poderes que querrían lograr cierta hegemonía tras la caída de Estados Unidos. Y por su puesto China se propone eso: no quiere ser un centro entre otros, sino el centro, al menos en el este. Pero otros, con similares perspectivas, quieren ser al menos poderes regionales. No sé si éste es el caso de Brasil, pero, por ejemplo, en Sudáfrica podemos ver algo así. India también es un poder regional, tiene más habitantes que muchos de sus países vecinos juntos.
–¿Cómo se relacionan estos nuevos poderes?
–Algunos proponen la cooperación, otros la competencia. Yo creo que en este momento, contra el poder del Norte, los países del Sur sólo pueden actuar juntos. Esto es así incluso para China. Es muy importante que los países cooperen. En ese aspecto los más chicos tienen un papel importante porque a veces juegan un rol crucial, por su infraestructura, su dinero, su transporte, por sus mercados financieros, por su posición geográfica, por algún líder carismático, por lo que sea.
–¿Qué va a pasar cuando se acabe la hegemonía estadounidense y el centro del poder pase de Estados Unidos a China?
–No va a haber un cambio de poder, sino un nuevo sistema. China no va a ser capaz de dominar todo el mundo, incluso si quisiera hacerlo no podría. Todavía necesita a India y a Latinoamérica y quizás a Africa, tal vez Europa y los Estados Unidos. China no podría actuar de la misma manera que las potencias lo han hecho hasta ahora, especialmente porque no tiene las fuerzas militares para hacerlo. Tampoco le interesa usarlas. Si miramos en la historia china, vemos que el interés principal siempre ha sido lo que es ahora, buscar el liderazgo para retener el poder. Todo lo demás tiene una importancia secundaria. Esto va a permanecer así.
–¿Cómo va a ser ese sistema?
–Nosotros vemos todo en términos económicos: cuando hablamos de poder, hablamos del PBI, de producción de dinero. Pero China no piensa de esta forma y esto va a tener un impacto fundamental. No significa necesariamente que será mejor, aunque sí será diferente. Pronto tendremos que ver el mundo en otros términos. A China le interesa la estabilidad, detener las guerras.
Entrevista: Martiniano Nemirovsci.
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