Mié 01.10.2008

EL MUNDO  › UNA ONG ACUSA DE COMPLICIDAD A LA POLICíA

Periodistas mexicanos en peligro

Siete periodistas mexicanos han desaparecido desde 2005. Así lo denunció ayer la organización neoyorquina Comité para Proteger Periodistas (CPJ) al presentar un informe en el que denuncian la complicidad de la policía y las autoridades políticas. Por lo menos cinco de los siete periodistas desaparecidos estaban investigando los presuntos vínculos entre funcionarios de gobiernos locales y el crimen organizado.

El informe arranca con el caso de Alfredo Jiménez Mota, un ex boxeador de 110 kilos. “Era un reportero agresivo y ambicioso que sacó a la luz las operaciones de grupos criminales y de funcionarios públicos que, según afirmaba, estaban relacionados con las bandas”, recuerda la ONG. Jiménez salió una tarde a reunirse con una “fuente nerviosa” y jamás regresó. Hoy su caso, como el de los otros seis periodistas de- saparecidos, está trabado, sin pistas.

Para CPJ la impunidad que rige en México se debe a que los que actúan en estos casos son la policía y los tribunales locales. Según la ley mexicana, los casos de personas desaparecidas son considerados crímenes del fuero común, investigados por la policía local. La organización ha hecho repetidos reclamos al gobierno de Felipe Calderón para considerar estas desapariciones como crímenes contra la libertad de expresión y elevarlos a los circuitos judiciales federales.

El presidente Calderón todavía no ha dado ninguna respuesta a estos reclamos y tampoco es probable que la dé pronto; dice tener las manos ocupadas en el clima generalizado de violencia que vive el país. Su política de mano dura y de militarizar las calles de los estados del interior no está surtiendo efecto. En las últimas 48 horas, la policía de Tijuana reportó la aparición de 32 cuerpos, algunos mutilados.

Ayer por la tarde la Procuraduría del estado de Baja California, lindante con Estados Unidos, informó que habían encontrado seis cuerpos en toneles llenos de ácido sulfúrico en el centro de la ciudad. Los sicarios habían dejado una leyenda en uno de los barriles: “Esto le pasa al ingeniero, y a todos los que andan con él los haremos pozole (tradicional guiso de maíz tierno, carne y chile con mucho caldo)”. Otros dos cadáveres aparecieron más tarde en las afueras de Tijuana, envueltos con una manta y con un cartel encima: “Aquí está tu gente, Duarte”.

El día anterior, en la misma ciudad fronteriza, la policía había encontrado 16 cadáveres en dos terrenos baldíos. Semidesnudos, mostraban claras señales de torturas y estaban atados de manos y pies. A siete de ellos les habían cortado la lengua.

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