EL MUNDO › FRANCIA Y LA MAYORíA DE LOS PAíSES DEL BLOQUE DEMUESTRAN SU APOYO A OBAMA
Medio Oriente es sin dudas la prioridad de los europeos. El nuevo gobierno norteamericano seguramente reclamará más presencia militar en Afganistán, un pedido ante el cual Europa es reticente.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
No quedó lugar para el equívoco. En Francia, como en casi todos los 27 países de la Unión Europea, los sondeos de opinión le dieron una aplastante ventaja al candidato demócrata. Ochenta por ciento de los electores franceses hubiese elegido a Obama, 72 por ciento de los alemanes y 68 por ciento de los españoles. Pero más allá de los datos anecdóticos de una opinión pública hastiada de las políticas unilaterales y destructivas de la administración Bush, los dirigentes europeos apuestan en adelante por un serio reequilibrio de las relaciones entre la Unión Europea y Washington. La comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero Waldner, señaló que el objetivo de Europa estaba puesto ahora en “cooperar más con un estatuto de igualdad con la nueva administración”.
Daniel Korski, miembro del Centro Europeo para las Relaciones Internacionales, recuerda el extenso período de tensiones con Washington consecutivo a la inalterable oposición de países como Francia y Alemania a la Segunda Guerra de Irak. Las decisiones unilaterales de la administración Bush, concretamente en todo lo que atañe a Medio Oriente, desembocaron en un profundo sentimiento de frustración y, según Korski, ello explica que “Europa se encuentre embargada por un sentimiento de euforia”. Las confesiones en off de los dirigentes europeos son unidireccionales. Para la gran mayoría, la salida de Bush y la llegada de una administración dirigida por los demócratas es el fin de un “auténtico calvario que manchó todo el circuito de las relaciones internacionales”. La misma prensa –Le Monde– califica de “experiencia calamitosa” las relaciones entre Europa y Estados Unidos durante los últimos ocho años. Korski reconoce no obstante que Obama “no va a disolver las reglas de la política internacional”. El contexto recesivo que envuelve a Estados Unidos no autoriza tampoco optimismos desbordantes en los temas prioritarios de la agenda europea. Por ejemplo, en lo que toca a las medidas contra los cambios climáticos, incluso si Obama presentó un perfil más activo y voluntarista que los republicanos, la crisis económica puede llevarlo a retroceder en sus propias ambiciones.
Los europeos están con un pie en la cuerda del realismo y el otro en la de la esperanza. En las últimas 72 horas los dirigentes del Viejo Continente optaron por esbozar una agenda con las principales orientaciones. La primera es Afganistán. Se sabe que el próximo presidente pedirá a los europeos que incrementen su presencia militar en Afganistán, un pedido ante el cual Europa es reticente. La diplomacia europea defiende un esquema mixto que combine presencia militar, refuerzo de la construcción del país y diálogo político, incluido con Pakistán, un país cuya política influye en Afganistán. Medio Oriente es sin dudas la prioridad de los europeos.
Las capitales de este lado del Atlántico quieren dos cosas simultáneas: una, que Washington no suelte las riendas del conflicto; dos, desempeñar un papel más activo que traduzca el peso de su aporte financiero en la región. Europa está hoy dispuesta a aportar su garantía a un acuerdo de paz y de seguridad entre israelíes y palestinos. Irán figura también en el pliego de orientaciones. Pese a las declaraciones picantes, Europa desplegó una intensa actividad diplomática a fin de que Irán congele su programa nuclear. París espera ahora que Washington ponga todo su peso en la balanza diplomática cambiando el enfoque aplicado hasta hoy, es decir, la permanente amenaza militar. Los 27 países de la Unión Europea anhelan también que la Casa Blanca abra el juego y permita que los países emergentes tengan una zona de influencia más amplia en las decisiones internacionales. La reforma del Consejo de Seguridad de la ONU y del Fondo Monetario Internacional, así como la ampliación del grupo de los 8, el G-8, que debería convertirse en el G-14. El canciller francés, Bernard Kouchner, adelantó la filosofía con que Europa pretende establecer nuevas relaciones con Estados Unidos. El jefe de la diplomacia francesa dijo que los europeos no son un “suplemento” de los Estados Unidos. La resolución de la crisis en Georgia mediante el alto el fuego negociado en el mes de agosto por el presidente Nicolas Sarkozy y la interacción europea frente a la crisis financiera sacaron a los europeos de la timidez y hoy se dirigen a Washington con plena legitimidad. Los 27 ya prepararon un texto que someterán al próximo presidente norteamericano y mediante el cual proponen una “auténtica” asociación.
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