EL MUNDO › RAHM EMANUEL ES UN DEMOCRATA DURO EN UN PUESTO CLAVE
› Por Leonard Doyle *
Desde Washington
Rahm Emanuel, un agresivo miembro del liderazgo demócrata, aceptó ayer convertirse en el jefe de Gabinete del presidente electo Barack Obama, una posición clave para el éxito de la futura administración. El congresista estadounidense es conocido como Rambo en Washington. Quienes suelen frecuentar los pasillos del Capitolio aseguran que es uno de los operadores políticos más feroces de la capital norteamericana.
Es un amigo y un aliado muy cercano del presidente electo, pero no fue elegido por eso. Su demostrada cintura política será esencial para conseguir que la ambiciosa agenda para el cambio de Obama no se diluya en la arena de Washington. Para los republicanos, sin embargo, su designación podría significar que el futuro mandatario no cumpliría con su promesa de impulsar una dirección más bipartidista.
Emanuel fue el cerebro político en la Casa Blanca durante los gobiernos de Bill Clinton e incluso llegó a sobrevivir un intento de Hillary de echarlo. Su reputación inspiró al personaje de Josh Lyman en la serie estadounidense The West Wing. Sus amigos sostienen que su perseverancia y fortaleza provienen de sus años de ballet durante su niñez.
El hilo conductor que une a Emanuel con Obama es el estratega de la campaña demócrata, David Axelrod, una eminencia entre los consultores políticos de Chicago. Según versiones periodísticas, Axelrod habría aceptado anoche el cargo de asesor presidencial. Los dos futuros funcionarios son judíos y los dos trabajaron para el alcalde de Chicago Richard Daley. En su primera campaña para ocupar un escaño en el Capitolio, Emanuel fue criticado por ser un outsider de la política con una importante fortuna. Axelrod, su jefe de campaña, creó un aviso televisivo en el que recibía el apoyo de un policía, una de las figuras más respetadas en Chicago. Más tarde se descubrió que el policía era el tío de Emanuel.
Según se rumoreaba ayer en Washington, Emanuel no aceptó el cargo de inmediato. Lo consultó con su esposa, lo pensó un día y finalmente decidió dejar su banca en el Capitolio. Tenía la ilusión de convertirse en el próximo presidente de la Cámara de Representantes.
Como funcionario de Clinton, era conocido por aceptar las tareas que parecían imposibles. Consiguió prohibir las armas de asalto –el gobierno siguiente revocó la medida– y logró frenar el juicio político que impulsaban los republicanos por el affaire Lewinsky. Clinton una vez lo comparó con un toro.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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