EL MUNDO › LOS TURISTAS SE ESCONDEN EN SUS HABITACIONES PARA NO SER EJECUTADOS
Un total de 155 personas murieron y otras 327 resultaron heridas en los ataques de militantes islamistas en Bombay desde el miércoles. Los testigos narraron escenas dantescas en medio del lujo de los hoteles asaltados.
Cuerpos despedazados, un palacio transformado en hoguera, clientes escondidos en sus habitaciones, aterrados por la idea de ser ejecutados o tomados como rehenes: los testigos narraban ayer las escenas de horror vividas en los ataques en dos hoteles de Bombay. Todo comenzó el miércoles cuando islamistas armados atacaron el hotel Taj Mahal, el Oberoi-Trident, un hospital, la estación ferroviaria de Bombay y otros lugares de la capital financiera de India.
“En la recepción del magnífico hotel Taj parecía como si hubiera niebla, con todo ese humo. Había sangre por todo el suelo y trozos de cuerpos”, contó a la radio australiana Paul Guest, un juez retirado que tuvo la fortuna de ser rescatado de su habitación del hotel. El juez australiano y los otros huéspedes que quedaron atrapados en el Taj Mahal y en el Oberoi-Trident pasaron una noche de terror, intentando estar lo más silenciosos y discretos posible para no atraer la atención de los asaltantes. Imposible, en todo caso, tratar de huir de sus habitaciones, dados los tiroteos y explosiones que oían a su alrededor.
“Esperamos durante horas a que el ejército viniese y nos dijese que podíamos bajar”, declaró un occidental atrapado en una habitación del Oberoi-Trident. “Teníamos que estar en silencio. Los terroristas podían estar buscando rehenes”, explicó. Otros testigos probaron en carne propia el sabor de las balas de los islamistas. Ese fue el caso de David Coker, de 23 años, y de su novia, Katie Anstee, que acababan de llegar al café Leopold cuando empezó el ataque. “Acabábamos de pedir nuestras bebidas cuando oímos algo que parecían petardos y la gente empezó a gritar”, contó Coker. Los jóvenes estaban en India celebrando su reciente licenciatura universitaria. Anstee fue alcanzada por un disparo que le fracturó el fémur y otra bala también rozó a Coker, aunque sin causarle heridas.
“Me volví y vi que ella estaba arrastrándose hacia la puerta porque no podía caminar”, contó el joven.
Por su parte, Muneer al Mahaj, un iraquí oriundo de Basora, sólo logró salir del Oberoi-Trident un día y medio después del comienzo del ataque islamista y posterior asalto por parte de las fuerzas de seguridad indias para liberarlo. “No puedo creer lo que vi en estas últimas 36 horas. Vi cadáveres y sangre por todas partes”, dijo.
Un total de 155 personas murieron y otras 327 resultaron heridas en los ataques de militantes islamistas en Bombay desde el miércoles. Por su lado, el ministro del Interior, Sri Prakash Jaiswal, admitió que el número de muertos podría elevarse a 200.
Fuerzas de elite de la India retomaron ayer el control del hotel Trident de Bombay después de matar a los dos últimos atacantes que se resistían dentro del hotel. “El hotel está bajo nuestro control”, dijo J.K. Dutt, director general de la Guardia de Seguridad Nacional, quien agregó que 24 cadáveres fueron hallados dentro del hotel Trident. Decenas de huéspedes y rehenes fueron evacuados del hotel algunas horas antes. Entre los liberados había estadounidenses, británicos, japoneses e indios. Un hombre vestido de chef llevaba un bebé en brazos. También fueron liberados 20 tripulantes de aerolíneas, incluyendo personal de Lufthansa y Air France.
Más temprano, los comandos descendieron por sogas desde helicópteros sobre la sede de Bombay de la organización judía ultraortodoxa Jabad Lubavitch, uno de los diez sitios atacados el miércoles por la noche de manera coordinada por hombres armados que se identificaron como milicianos islamistas. El rabino Gavriel Noach Holtzberg y su mujer Rivka estaban entre los cinco rehenes que se encontraron muertos dentro de los restos del centro judío. Su hijo de dos años Moshe logró escapar con la cocinera del centro. El niño está ahora con sus abuelos.
Mientras tanto, las fuerzas de elite indias proseguían a primera hora de la jornada del sábado con sus operaciones en el hotel Taj Mahal, donde seguían atrincherados uno o dos islamistas fuertemente armados, anunciaron responsables de la seguridad. El jefe de la Guardia Nacional de Seguridad, J. K. Dutt, señaló que esas operaciones podrían terminar pronto. Disparos y explosiones esporádicas se seguían oyendo procedentes del Taj Mahal, más de 48 horas después de los ataques terroristas.
Luego de la liberación de 400 huéspedes y rehenes, las autoridades dijeron tener bajo control el hotel Taj Mahal. Pero ayer por la mañana la policía dijo que todavía había tres atacantes con unos 15 civiles dentro del edificio. Algunas horas después, al menos un militante seguía dentro del hotel. El primer ministro indio, Manmohan Singh, dijo ayer que los ataques provenían del exterior.
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