EL MUNDO › ENTREVISTA CON JESúS CALDERA, EX MINISTRO DE TRABAJO DEL GOBIERNO DE ZAPATERO
Acorde con el debate que se está dando en Europa y el mundo, el ex ministro de Trabajo asevera que el mercado no se autorregula y es el Estado, como el español, el que sale a intervenir. A la vez enfatiza que se deben ampliar los derechos ciudadanos.
Jesús Caldera cocina las ideas socialistas. Las selecciona, las condimenta y las pone a hervir: cuando están en su punto de ebullición, las saca y las prueba. Si saben bien, se las sirve en bandeja a su jefe. El es el cerebro elegido por el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, para armar el ambicioso think tank de pensamiento socialista español: la fundación Ideas. El proyecto del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) pretende continuar con la formación de cuadros para el partido y ponerse a la vanguardia del pensamiento socialdemócrata europeo.
A resguardo de la lluvia de ayer por la mañana, el ex ministro de Trabajo y Asuntos Sociales recibió a Página/12 en un céntrico hotel de la calle Bolívar. Caldera vino a Buenos Aires con dos misiones bajo el brazo: apuntalar la campaña por las elecciones en Galicia del próximo 1º de marzo –en Argentina hay unos 121.000 gallegos inscriptos para votar– y presentar en sociedad a la fundación Ideas, recogiendo todo aquello que el progresismo de la región tenga para ofrecer. El sábado debatió en Rosario junto con el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner; el presidente del Partido Socialista (PS), Rubén Giustiniani, y Danilo Astori, precandidato del Frente Amplio uruguayo.
Durante su gestión (2004-2008) se reconoció el matrimonio homosexual, se creó un derecho a percibir pensiones para aquellos que tienen personas a cargo y se impulsaron las leyes de Igualdad y de Violencia contra el género. Más de medio millón de inmigrantes fueron regularizados.
–¿Cómo es pasar de una responsabilidad ejecutiva al desafío de crear una fundación y dar batalla en el campo de las ideas?
–Pues éste es el único camino para seguir obteniendo la confianza de los ciudadanos. Generar ideas nuevas y progresistas, que siempre amplíen los derechos. Para la derecha lo único que cotiza es el dinero. Mire lo que pasa con la izquierda en Francia, Alemania, ni hablar de Italia: está desapareciendo. Pero en España es cada vez más fuerte. Es nuestro deber reforzar el ámbito ideológico; el progresismo debe esforzarse por marcar sus claras diferencias con los neoliberales que nos condujeron a este desastre. Cuando llegamos al gobierno formamos una plataforma ideológica fuerte, de la cual surgió el liderazgo de Zapatero. Pasaron ocho años de gobierno. Tenemos que renovar las ideas. De ahí la fundación.
–En pleno siglo XXI y con la globalización cooptando cada ámbito de las economías nacionales, ¿puede aspirar el progresismo a algo más aparte de intentar regular el mercado?
–Bueno, regular el mercado no es poca cosa. En España, como en tantos otros países, tuvimos que salvar al sistema financiero debido a los efectos de derrumbe aun mayor que ello hubiera presupuesto. Pero ahora el deber es reformarlo. Hay que cambiar el paradigma dominante. El capital financiero debe servir y estar a las órdenes de la economía real, y no al revés. La política, cuya esencia es o debería ser la solidaridad para distribuir los recursos, debe inmiscuirse en este ámbito a fondo y domar las finanzas de una vez. No se puede permitir que el mundo financiero, con su lógica de espirales especulativas, se autonomice a tal punto de la realidad que vuelva a estallar de este modo. Porque destruye todo, incluidos los derechos más básicos.
–¿Y una vez domado?
–Pues se pone al servicio del crecimiento económico. Pero no el crecimiento económico bajo la lógica neoliberal. Lograr estas metas sin equidad en la distribución de la riqueza, sin la consecuente generación de empleo y bienestar para las mayorías, es insostenible.
–¿Puede lograrse esto con las actuales instituciones financieras internacionales como el FMI o el Banco Mundial (BM)?
–Sí, pero deben reformarse. El BM es al fin y al cabo sólo un banco. Tendría que dedicarse exclusivamente a la lucha contra la pobreza, y nada más. El FMI tiene que democratizarse para dar cabida en su seno a una mayor pluralidad de voces; los países menos desarrollados, que son los más, tienen que tener una mayor representación. Ello está fuera de duda. Ahora, esto es deseable y posible. ¿Se dará rápido? No lo creo, no al menos en los plazos en que a nosotros nos gustaría. ¿Puede entenderse que un país como Bélgica tenga más peso en su estructura que China? Es una locura.
–España detentará la presidencia rotativa de la Unión Europea (UE) en el 2010. ¿Será una oportunidad para poner estos principios en práctica?
–Sin lugar a dudas. Seguiremos trabajando a su vez para concretar el acuerdo de libre comercio que viene tan trabado entre la UE y el Mercosur. Aunque le aseguro que de nuestro lado los deberes están hechos. Es por aquí donde se encuentran las tareas pendientes.
–¿El libre comercio ayuda al desarrollo de los países?
–Bien orientado, sí. Bajo la lógica neoliberal, no. Cuando se le permite a cada país buscar sus mejores oportunidades, es favorable. Cuando el FMI le ordena a Haití que importe trigo en vez de producirlo, llevando al pueblo a la miseria y hambruna absoluta, es una demencia. De hecho, la división internacional del trabajo está íntimamente relacionada con la seguridad alimentaria de los pueblos. Hay que acabar con la práctica de que los alimentos básicos que la humanidad necesita puedan cotizar en Bolsa. Llevaremos una propuesta en este sentido a la próxima reunión del G-20 en Londres.
–¿La Argentina como productora de alimentos tiene buenas perspectivas?
–El sector de los alimentos tiene muchísimo futuro. Con las proyecciones demográficas del planeta, le diría que será fundamental. La clave es cómo se utiliza la riqueza generada para el bienestar de los pueblos.
–¿Las retenciones pueden ser un instrumento en este sentido?
–Bien utilizadas sí, pueden serlo.
–¿Cómo está afectando la crisis a España?
–Los efectos se están sintiendo sobre todo en el sector de la construcción, que fue uno de los ejes de la dinamización de la economía española en los últimos años. Los servicios también se están viendo afectados. Pero lo estamos aguantando. En Galicia, una de las regiones con las mayores tasas históricas de paro (desempleo), hoy está en 9 por ciento, cuando la media nacional es del 14 por ciento. Se ha creado muchísimo empleo en los últimos años y estamos haciendo todo lo posible por preservarlo. Las empresas están pidiendo a gritos flexibilización laboral, o sea permiso para despedir a la gente así como así. ¿Pero sabe qué? De ninguna manera. En España hay un gobierno bien plantado que no lo permite. Frente a la crisis, el Estado sale al frente con más inversión. Nadie puede quedarse sin la protección del Estado. Ahora menos que menos. El mercado solo no se autorregula. O sí, pero va en contra del derecho a la vida. Este es el rol que está cumpliendo el Estado en España. Incluir y ampliar los derechos de ciudadanía mediante políticas bien dirigidas.
–¿Se vio afectada la relación bilateral?
–En absoluto. Los lazos están bien fuertes. Aquí hay muchas inversiones españolas y que yo sepa todo marcha muy bien.
–¿Incluso con Aerolíneas?
(Sonríe. Tarda unos segundos.) –Bueno, entiendo que se está llegando a un arreglo. Es lo que todos queremos.
Entrevista: Martín Suaya.
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