EL MUNDO › GRAN BRETAñA ENDURECE SU POLíTICA MIGRATORIA
A partir de abril sólo unos pocos podrán conseguir la residencia legal en el Reino Unido sin un trabajo o una beca. Para ser uno de los afortunados habrá que contar con un master y haber recibido un salario anual de no menos de 28 mil dólares en el último trabajo. El gobierno del primer ministro Gordon Brown tuvo que rever esta semana su posición y elevar los requisitos para los trabajadores extranjeros después de varias semanas de protestas laborales contra los inmigrantes, alimentadas por la ola masiva de despidos producto de la crisis financiera internacional y la presión de los sindicatos británicos.
La ministra del Interior británica, Jacqui Smith, intentó esquivar las críticas sobre una creciente xenofobia y señaló que no se están cerrando las fronteras. “Estamos, en realidad, aumentando nuestro nivel de exigencia, nada más”, argumentó. A principio de mes el premier Brown se había negado a imponer cuotas anuales para la inmigración, como tienen otros países europeos, entre ellos Francia. El mandatario había prometido entonces introducir nuevas reglas que garanticen que los trabajadores extranjeros aportarán un plus a la economía nacional, sin quitarles los puestos de trabajo para los que están calificados los británicos.
Sin embargo, la cifra de desempleo sigue creciendo y a principio de año ascendió al 6,3 por ciento. Los analistas ya anticipan que la recesión pronosticada para este año elevará aún más ese número, alcanzando cerca de dos millones de británicos. Este oscuro escenario provocó terror en el país, que sólo el año pasado recibió 3,8 millones de trabajadores del exterior.
A pesar de la crisis financiera internacional, el gobierno laborista de Brown nunca dejó de promocionar y apoyar la llegada de inmigrantes calificados por fuera de la Unión Europea. Los requisitos eran similares a los de las otras potencias europeas: diploma universitario, experiencia laboral, manejo del idioma inglés y un mínimo de ahorros para comenzar la nueva vida en el país. Pero ahora la barrera creció y ya no bastará con una cuenta bancaria y un buen currículum. A la experiencia laboral previa se le sumará haber ocupado un puesto con una remuneración mínima de 2300 dólares por mes, algo nada fácil para un joven que acaba de comenzar su carrera.
El endurecimiento de los requisitos no convenció al opositor Partido Conservador, uno de los promotores de las protestas laborales del último mes. “No es suficiente. Es preciso imponer un límite anual del número de personas que pueden ingresar en el país”, opinó el vocero para temas de inmigración del partido, Damian Green. Los sindicatos, en cambio, todavía no se pronunciaron.
En la primera semana de febrero los trabajadores de una refinería de la petrolera francesa Total en el condado de Lindsey, en el este de Inglaterra, empezaron una huelga que duró dos semanas y a la que se le plegaron los empleados de otras cuatro refinerías británicas. El reclamo era uno solo: “Trabajos británicos para trabajadores británicos”. Total había contratado hace un año a 400 italianos y portugueses para construir la refinería, ya que en la isla escaseaba la mano de obra. Sin embargo, la crisis internacional cambió totalmente ese escenario y ahora esos puestos son codiciados por los británicos, quienes ya temen qué pasará cuando se terminen sus subsidios de desempleo.
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