Mié 29.04.2009

EL MUNDO  › KAREL FRACAPANE, DIRECTIVO DEL MEMORIAL DEL HOLOCAUSTO JUDíO EN PARíS

“Pueden ocurrir nuevos genocidios”

El discurso negacionista legitima y actualiza la ideología de los asesinos. Así lo afirma el encargado en relaciones exteriores de la fundación para la memoria de la Shoá.

Para prevenir genocidios hay que trabajar directamente sobre la educación, apuntar a la mente de los jóvenes y difundir la verdad histórica de los hechos. Esa es la postura de Karel Fracapane, encargado de las relaciones internacionales del Memorial del Holocausto Judío en París, quien, sin embargo, ve un panorama sombrío respecto del futuro. “Lamentablemente los genocidios pueden seguir ocurriendo; no soy optimista al respecto. Sería faltarles el respeto a las víctimas”, admite. Fracapane vino a la Argentina a firmar un convenio de cooperación con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación sobre difusión y prevención de genocidios, pero, antes de partir, recibió a Página/12 en la embajada francesa.

–¿Cuáles son los ejes sobre los que debe trabajar un centro que se dedica a la preservación de la memoria histórica de un genocidio?

–Antes que nada, preservar los archivos, apoyar a los investigadores para salvaguardar toda la documentación histórica posible y no perder ninguna prueba. Una vez que la evidencia está a salvo, le diría que lo fundamental es el trabajo de divulgación a través de la educación. Abordar a los niños y jóvenes en las escuelas primarias y secundarias es insoslayable para que aprendan qué es un genocidio y qué fue exactamente lo que sucedió, así como los métodos para prevenirlos.

–¿Existe algún patrón en común entre todos los genocidios que ocurrieron en el siglo XX?

–Sí, la voluntad por parte de un Estado de aniquilar conscientemente a una minoría, hacerla desaparecer de la faz de la tierra cargando sobre ella las más diversas culpas, fomentando toda clase de prejuicios y esforzándose por diferenciarla del resto de la población a partir de supuestos rasgos o acciones negativas cometidas por ella.

–¿Qué ocurre con un trabajo como el del Memorial cuando líderes mundiales como Mahmud Ahmadinejad niegan públicamente el Holocausto?

–El negacionismo tiene efectos destructivos cuyas proporciones son difíciles de calcular, más aún en una época de globalización como la nuestra. La amplitud y repercusión que tiene un mensaje como el del presidente de Irán repercute directamente en las creencias de mucha gente, y eso perjudica mucho. El discurso negacionista busca legitimar y actualizar la ideología de los asesinos.

–¿Sirve de algo penalizar el negacionismo como ocurre en algunos países europeos? ¿Enviar a una persona a la cárcel va a hacer que cambie de idea?

–Mire, no sé si va a cambiar de idea o no, pero negar un genocidio es buscar revalidar el mayor de los crímenes contra la humanidad, y por eso está bien que se penalice. Un discurso que niega el Holocausto o cualquier otro genocidio no puede tener lugar en el marco de un Estado democrático. Habilitar un discurso negacionista no sirve de nada, porque el que niega un hecho histórico como un genocidio no busca confrontar ideas y sumarse a un debate con otros historiadores; lo que busca es tergiversar la verdad e influir en el curso de la política y la memoria histórica, y eso puede tener consecuencias desastrosas.

–Al comenzar a liberar algunos campos de concentración, el general –más tarde presidente– norteamericano Eisenhower ordenó a sus oficiales que filmaran todo lo que veían, ya que, según dijo, en 50 años nadie creería aquello. ¿Está de acuerdo con esa frase?

–(Seco.) Lamentablemente sí, tenía razón y por eso es que no soy muy optimista sobre el futuro, es muy posible que otros genocidios puedan ocurrir. Decir lo contrario sería faltarles el respeto a las víctimas.

–¿Cuál es el rol del Memorial para la Shoá en relación con otros genocidios que tuvieron y tienen menos difusión?

–Justamente mostrar todo lo que ellos tienen en común, al tiempo que destacar las singularidades de cada caso. En París, todo el tiempo estamos realizando actividades sobre otros genocidios. De hecho nuestra última actividad fue sobre el caso de Ruanda. Trabajamos sobre el análisis comparado.

–El Museo del Holocausto en Jerusalén despidió a uno de sus guías por comparar la Shoá con las matanzas en aldeas árabes sucedidas en 1948 al momento de crearse el Estado de Israel. ¿Está de acuerdo con la decisión tomada?

–Hicieron bien en despedirlo. El Holocausto no puede compararse con ningún otro genocidio, ya que el nivel con que los nazis lo racionalizaron y planificaron es único.

Entrevista: Martín Suaya.

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