EL MUNDO › DISCUTIERON POR EL PRECIO DE LOS EXCEDENTES DE ITAIPú
No fue posible llegar a un acuerdo, pero los dos mandatarios se esforzaron en dejar en claro que el diálogo sigue abierto. Después viajaron juntos al Mato Grosso para inaugurar un tren turístico.
Pasaron la noche negociando, pero no consiguieron nada. Ayer a las 10 de la mañana los presidentes de Brasil y Paraguay, Luiz Inácio Lula da Silva y Fernando Lugo, se enfrentaron a la prensa, serios y cansados. “No hemos llegado a ningún compromiso”, dijo Lugo en una conferencia conjunta en la base aérea militar de Brasilia, antes de viajar al estado de Mato Grosso do Sul, para participar de la inauguración del tren del Pantanal, un proyecto turístico que une a las dos naciones. La reunión bilateral tenía un objetivo: encontrar un punto intermedio entre la aspiración paraguaya de renegociar el contrato de la represa hidroeléctrica binacional en Itaipú y el deseo brasileño de esperar hasta el vencimiento de la deuda paraguaya, en el año 2023.
No fue posible, pero los dos mandatarios se esforzaron en dejar en claro que el diálogo sigue abierto. “Discutimos Itaipú porque no hay temas que sean tabúes en nuestra relación. Es un tema sensible para Paraguay y para Brasil, pero estamos dispuestos a conversar. No hay nada que no pueda ser discutido entre nosotros”, dijo, intentando distender el clima, Lula. Para garantizar que la negociación continuará, los dos mandatarios accedieron a agendar una segunda reunión, la segunda semana de junio, en Asunción. La cita les dará unos 45 días a los técnicos de cada país para reintentar nuevas fórmulas, nuevas soluciones.
“Tanto para Brasil como para Paraguay el tema de Itaipú es una cuestión sensible”, explicó Lula, luego de que su colega paraguayo destacara insistentemente que no había renunciado a ninguna de las reivindicaciones sobre la hidroeléctrica de Itaipú. Acosado por las denuncias sobre sus hijos no reconocidos, el ex obispo se encuentra bajo fuerte presión de la oposición y los medios paraguayos para cumplir su promesa de campaña y renegociar el tratado de Itaipú. El acuerdo estipula que cada socio tiene derecho al 50 por ciento de la energía que produce la represa. Si alguno de los dos países no consume su parte, tiene la obligación de vendérsela al otro, a un precio preferencial, menor al del mercado.
Actualmente Paraguay sólo consume el cinco por ciento de lo que produce Itaipú; el 45 por ciento restante se lo vende a Brasil por un promedio de 45 dólares el megavatio/hora. En 2007, el 95 por ciento de la energía de Itaipú representó un 20 por ciento del consumo interno brasileño. Pero según el gobierno paraguayo, el dinero apenas pasa por sus manos ya que deben utilizar la mayor parte para pagar la millonaria deuda que mantienen con Brasil.
En 1973, Brasilia asumió solo la construcción de la represa y aportó unos 50 millones de dólares extras para poner en funcionamiento la empresa binacional que se encarga de la administración. A cambio, Paraguay aceptó venderle todo el excedente de su 50 por ciento de la energía hasta el año 2023, cuando quedaría saldada la deuda con el Estado brasileño.
Esa es la cláusula que Paraguay quiere renegociar, cambiar los términos de la deuda y revisar el precio preferencial que paga Brasil por la energía paraguaya. Brasilia paga alrededor de 300 millones de dólares por año y, según la propuesta de Lugo, la cifra debería acercarse a los 2000 millones de dólares.
Aunque decepcionado, ayer el ex obispo intentó mantenerse optimista. “Valoramos que hemos instalado una mesa de conversación, de diálogo respetuoso, de negociación en referencia a las reivindicaciones paraguayas, como el caso de la hidroeléctrica de Itaipú”, aseguró. Pero puertas adentro hizo saber su malestar al negarse a firmar tres acuerdos de cooperación que había preparado el gobierno brasileño. Según la prensa brasileña, los acuerdos no tocaban los temas en discusión.
Para los medios paraguayos, fue la forma de protestar de Lugo, sin patear el tablero y romper la negociación. “No hay razón para firmar tres acuerdos ahora y cuatro después. Mejor firmar un acuerdo general”, respondió el mandatario. Pero el acuerdo general será un hueso duro de roer para el golpeado Lugo. Aun si consigue convencer a Lula, también necesitará ganarse el apoyo del Congreso brasileño, cuyo Senado está controlado por caciques regionales, proteccionistas y conservadores. La pelea recién comienza.
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