EL MUNDO › EL EJéRCITO PAQUISTANí DESTRUYó EL CUARTEL GENERAL TALIBáN
Más de cincuenta milicianos murieron ayer en distintos ataques del ejército, incluyendo el asalto al cuartel y un ataque con helicópteros artillados en la ciudad principal del valle. Misiles de un avión no tripulado de la OTAN.
El ejército paquistaní mató ayer a 55 combatientes y destruyó el cuartel general de las milicias talibán en el valle de Swat, región tribal dominada por los islamistas, informó un comunicado militar. Según el alto mando castrense, fuerzas de seguridad dispararon contra el cuartel general de los talibán en el área de Loenmal, y lo destruyeron por completo.
El operativo efectuado allí y en otras seis áreas vecinas dejó un saldo de por lo menos entre 30 y 40 milicianos muertos, mientras que en otro incidente helicópteros armados atacaron posiciones de los talibán en la principal ciudad del valle de Swat, Mingora, y abatieron a 15 rebeldes.
Por otra parte, la cadena de televisión paquistaní Geo TV informó que al menos ocho personas murieron y siete resultaron heridas a causa del impacto de cuatro misiles disparados ayer por un presunto avión estadounidense no tripulado que volaba sobre la región paquistaní de Wazirist en el Sur, lindante a la provincia del noroeste.
Estados Unidos comenzó a perpetrar con mayor frecuencia este tipo de ataques en Pakistán hace un año, por lo que el gobierno de Islamabad reclamó el cese de estas incursiones y el respeto por su soberanía.
El ejército paquistaní lanzó la semana pasada una operación a gran escala contra las milicias talibán en la montañosa provincia del noroeste, fronteriza con Afganistán, zona donde las autoridades estadounidenses ubican a la cúpula de la red islamista Al Qaida, sindicada como la autora de los atentados del 11-9. Anteayer, por lo menos 140 insurgentes fueron ultimados en los distritos de Swat, Buner y Dir, mientras que cinco soldados de la OTAN también perdieron la vida.
La amenaza talibán no sólo alcanza a Pakistán y su codiciado arsenal atómico, sino que presenta un desafío para el presidente estadounidense Barack Obama, quien debe demostrar que su gobierno es distinto al de su antecesor George W. Bush.
No se trata de aniquilar a un enemigo infinitamente inferior, más bien de que el accionar militar no perjudique a millones de civiles empobrecidos, tal como ocurrió en Irak, y de que la ayuda estadounidense no sea devorada por la corrupción en un país gobernado por un presidente apodado por su pueblo “Mister diez por ciento”.
Pero no está en juego sólo Pakistán, sino también la guerra en Afganistán, donde Estados Unidos se prepara para enviar un nuevo contingente militar para destruir los santuarios de Al Qaida. Estos territorios indoblegables, donde la gente vive en condiciones semejantes a las de la Edad Media, podrían convertirse para Obama en una suerte del Vietnam que afrontaron los ex presidentes estadounidenses John F. Kennedy, Lyndon Johnson y Richard Nixon.
El ejército paquistaní se lanzó sobre el valle de Swat luego de que fracasara un acuerdo con los talibán, que llegaron a sólo cien kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán, en una misión que provocó el desplazamiento de medio millón de personas.
Mientras tanto, en Washington, Obama se reunió con el presidente afgano, Hamid Karzai, y su colega paquistaní, Asif Ali Zardari, viudo de Benazir Bhutto –Mister diez por ciento–, a quien el gobierno estadounidense considera demasiado débil para enfrentar la amenaza de los talibán.
Por esa razón, Washington presiona para que Zardari forme un gobierno de unidad con el ex primer ministro Nawaz Sharif, quien se exilió en Londres luego de ser derrocado por el golpe militar en 1999 liderado por el general Pervez Musharraf.
Tampoco parece sólido el gobierno afgano. Para el diario Washington Post, que cita a un miembro del equipo de seguridad de Obama, el presidente afgano “no ha hecho demasiado para conducir los destinos de su nación”, ya que ha tolerado la corrupción y ha fracasado en su intento de proyectar su autoridad más allá de las puertas de Kabul.
Sin embargo, el gobierno afgano sostiene que la seguridad mejoró en los últimos ocho años, los cultivos de opio y la producción de amapola fueron eliminados en muchas áreas del país y la economía tuvo un crecimiento significativo.
Karzai, que busca ser reelegido para otro período de cinco años en agosto, tuvo rasgos atractivos para la administración de Bush que ahora son considerados “endebles” para la gestión de Obama.
La estrategia de Estados Unidos y sus aliados en la región es tratar de llegar a un acuerdo con los talibán “moderados”, copiando el modelo establecido en Irak por el general David Petreaus, al que Obama elogió durante la campaña electoral para llegar a la presidencia.
Sin embargo, existen dudas de que el presidente paquistaní pueda controlar al ejército que obedecía fielmente al general Musharraf, y que mantiene fuertes vínculos con los religiosos conservadores que controlan gran parte del territorio nacional, y que cobijan el crecimiento del islamismo paquistaní.
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