EL MUNDO › ROXANA SABERI ESTABA EN PRISIóN ACUSADA DE ESPIAR PARA EE.UU.
Fue un final feliz para la reportera de 32 años. Una corte de apelaciones redujo su condena de ocho años por espionaje a una de dos años en suspenso. La orden puede haber venido directamente del supremo líder iraní, el ayatolá Alí Khamenei.
› Por Katherine Butler *
La arrestaron por comprar una botella de vino. Luego, durante cuatro meses, la que fuera en otros tiempos una reina de belleza fue condenada como espía y encerrada en la cárcel de Evin, la famosa prisión donde el régimen iraní encarcela a los opositores de la revolución islámica de 1979. Ayer, de la misma forma arbitraria en que comenzó su odisea, Roxana Saberi recuperó su libertad.
La periodista de 32 años, cuyo rostro cubierto con un pañuelo se había convertido en el símbolo de las tensiones entre Estados Unidos e Irán, se convirtió ayer en una mujer libre luego de que una corte de apelaciones redujera su condena de ocho años por espiar para Estados Unidos a una de dos años en suspenso. El final feliz de Roxana Saberi, a quien se le permitió salir de Irán, remueve así un importante obstáculo para la política de acercamiento que intenta Barack Obama con el régimen de los ayatolás. En este sentido, un comunicado de la Casa Blanca afirmó ayer que el mandatario estadounidense saludaba el gesto humanitario de la república islámica aunque no dejaba de señalar que, desde un comienzo, la acusación había sido un error.
A su vez, según diversos analistas, la decisión implica un gesto de apertura más bien inusual de parte de los iraníes como forma de saludar, a su turno, los intentos de Obama por acercar las posturas de ambos países.
Pero, de acuerdo con algunos estrategas de Washington, podría ser más importante aún el hecho de que la liberación de Saberi signifique la derrota al interior del régimen de Teherán de los extremistas en favor de una línea de dirigentes más moderados. De mínima, esto habría sucedido en el caso específico de la Saberi. De máxima, podría haber un cambio mayor en las relaciones entre Washington y Teherán.
Las esperanzas de que Saberi fuera liberada ya se dejaban sentir desde el fin de semana pasado, luego de que sus abogados defensores señalaran, con tono optimista, que su apelación, presentada el domingo, había sido escuchada por el tribunal durante unas tres horas, el triple de tiempo de lo que había durado la audiencia original, en la que la habían condenado, el mes pasado.
La Corte revolucionaria iraní la había condenado en una audiencia a puertas cerradas bajo los cargos de colaborar con un Estado hostil.
Incluso Reza Saberi, padre de la prisionera iraní-estadounidense, y su madre japonesa, Akiko, que habían viajado a Estados Unidos para hacer campaña por su libertad, parecieron ayer sorprendidos ante su súbita liberación.
Fuera de la prisión, el padre de Saberi habló con emoción de lo que su hija –que estuvo en huelga de hambre durante dos semanas– había pasado. Dijo que él y su esposa se la llevarían de vuelta a Estados Unidos en cuanto ésta se hubiera despedido de sus amigos y familiares en Teherán. “Estábamos esperando su libertad –dijo un sonriente Saberi–, pero no tan pronto.”
En Estados Unidos, la familia y los amigos lloraron de felicidad. “Son lágrimas de alegría, es una noticia abrumadora”, señaló Mariana Malm, su antigua profesora de inglés en Dakota del Norte.
Sin embargo, en medio de las celebraciones, lo que todos se preguntaban era a qué nivel de la compleja jerarquía gubernamental iraní había sido tomada la decisión de liberar a Roxana.
El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, intervino en el caso por primera vez hace unas semanas, cuando insinuó que las autoridades podrían mostrar cierta indulgencia y garantizar el debido proceso, sin por ello ordenarles explícitamente a los jueces iraníes cómo debían manejar el caso. No obstante, algunos analistas creen que la orden para liberarla puede haber venido directamente del supremo líder iraní, el ayatolá Alí Khamenei, que podría haber buscado de este modo evitar que el caso de la periodista se convirtiera en una espina en las relaciones con Washington.
Arrestada inicialmente por intentar comprar alcohol, lo cual es ilegal en Irán, Roxana Saberi fue más tarde acusada de trabajar como periodista sin tener una acreditación oficial. Luego, cuando la llevaron a juicio, los cargos ya habían escalado a espionaje.
Si bien oficialmente no se la perdonó por esta acusación, el hecho es que, debido a que Saberi expresó arrepentimiento por sus acciones, las autoridades iraníes pudieron otorgarle este perdón islámico y al mismo tiempo defender su accionar judicial ante la comunidad internacional.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Martín Suaya.
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