Fue como en las películas. “Si están escuchando este mensaje, significa que estoy muerto”, dijo con voz solemne y mirando a la cámara el abogado guatemalteco Rodrigo Rosenberg, unos días antes de ser acribillado a plena luz del día mientras paseaba en bicicleta por la capital. En 18 minutos, el abogado denunció una trama de corrupción y asesinatos que alcanzarían hasta al presidente de la Nación. “Fui asesinado por el secretario privado de la presidencia, Gustavo Alejos, y su socio Gregorio Valdez, con la aprobación del señor presidente Alvaro Colom y su esposa, Sandra de Colom”, aseguró en el video Rosenberg.

Después de más de un día de silencio absoluto, el presidente Colom aprovechó una conferencia de prensa sobre la pandemia mundial de la gripe porcina para desmentir las palabras del abogado asesinado. Dijo que algunos sectores están utilizando su muerte para desestabilizar su gobierno y prometió una investigación exhaustiva. En el video, Rosenberg había denunciado que el gobierno lo mandó a matar porque él era abogado del empresario textil Khalil Musa, también acribillado por sicarios hace un mes.

Según explicó, Musa habría descubierto que el gobierno desviaba fondos públicos a programas sociales fantasmas a través del Banco de Desarrollo Rural, el tercero más grande del país y de mayoría estatal. Ayer la Justicia guatemalteca allanó el banco en busca de evidencias que respalden las denuncias de Rosenberg.

Pero la familia y los amigos del abogado no se quedaron conformes y consiguieron poner al frente de la investigación judicial a la Comisión Internacional contra la impunidad en Guatemala, un organismo independiente del gobierno guatemalteco y del resto de los poderes locales. Anoche cientos de personas se instalaron frente a la casa de gobierno al grito de “asesino”. La policía tuvo que disolver la concentración porque otro grupo se acercaba para defender al presidente Colom.