Por primera vez en su vida, el líder libio Muammar Kadafi cruzó el Mediterráneo y visitó Italia, la antigua metrópoli colonial. De uniforme militar y lentes oscuros, Kadafi bajó las escaleras del avión, se abrazó con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, y le dejó en claro que aceptó visitar la ciudad de Roma porque, según él, los tiempos coloniales quedaron definitivamente olvidados. “El pasado ya quedó atrás y una nueva página de amistad se abre”, aseguró el presidente libio. “Saludamos a la nueva generación de italianos que pudo resolver con gran valentía los asuntos del pasado”, agregó.

La forma de resolver los asuntos del pasado entre ambas naciones tuvo dos vías: la primera, un pedido de disculpas público por parte de Berlusconi por la ocupación del país norteafricano desde 1912 hasta 1943 y, la segunda, con proyección a futuro, fue la firma, en agosto del año pasado, de un tratado por el cual Italia se comprometió a invertir en Libia 200 millones de dólares anuales hasta alcanzar la suma de cinco mil millones en los próximos 25 años.

Raffaello Matarazzo, analista en relaciones internacionales de la Universidad de Roma, estimó que los vínculos con Trípoli le sirven a Roma para proyectar su poder económico y recuperar presencia en el norte de Africa. “Las relaciones con Libia pueden compensar parcialmente la debilidad económica de Italia y relanzar su vocación histórica en el Mediterráneo, donde su papel fue debilitado por la iniciativa francesa de la Unión por el Mediterráneo (UPM)”, explicó Matarazzo, tras lo cual precisó lo que consideró como los dos ejes de la relación bilateral. “Esta visita representa un giro histórico. Italia quiere estabilizar sus relaciones con Libia sobre el viejo asunto petrolero y el nuevo de la inmigración clandestina”, subrayó.

Es que sobre la cuestión de la inmigración ilegal entre ambos países, asunto que Berlusconi suele utilizar como bandera en su lucha contra los extranjeros, el gobierno libio aceptó por primera vez a inicios de mayo recuperar a 500 inmigrantes interceptados por la marina italiana que le fueron devueltos, lo que fue fuertemente criticado por organizaciones de defensa de los derechos humanos, por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (Acnur) y por la Iglesia católica, ya que muchos de los que regresaron podrían haber obtenido estatuto de refugiados.

La visita de Kadafi incluso generó malestar entre sectores políticos afines a Il Cavaliere, al punto de que los jefes de los grupos parlamentarios decidieron ayer que el libio pronuncie hoy un discurso en una sala anexa del Senado y no en el hemiciclo, tal como estaba previsto originalmente. Pero la relación marcha sobre ruedas. Luego de una entrevista entre ambos, el italiano elogió la “profunda sapiencia” de Kadafi y éste remarcó el “coraje” del magnate mediático.