EL MUNDO › LA OPERACIóN DE EE.UU. EN EL SUR DE AFGANISTáN
Alrededor de 4000 marines continuaban ayer una vasta operación lanzada la víspera en Helmand, uno de los bastiones talibán del sur de Afganistán, en el marco de la nueva estrategia de la Casa Blanca destinada a contener una insurrección cada vez más poderosa comenzada hace más de dos años.
Estos militares “tendrán que hacer frente a duros desafíos”, afirmó el general Larry Nicholson en un convoy. Otras tropas desplegadas en el sector tropezaron con “débil resistencia”, añadió. Al tropezar con poca resistencia lograron avanzar rápidamente hacia el sur y tomar el control del distrito aledaño de Janisin, donde los talibán habían instaurado un gobierno local paralelo durante los últimos años. El general Nicholson confirmó que un soldado estadounidense murió el jueves por disparos de los rebeldes. Es el primer muerto en la operación.
Los marines que luchaban contra los rebeldes se encontraban ayer en la zona de Toshtay, 25 kilómetros al sur de la ciudad de Garmser, capital del distrito que lleva el mismo nombre, según su comandante. La víspera destruyeron una base enemiga en las inmediaciones, agregó la fuente. Los talibán afirmaron, por boca de uno de sus portavoces, Yusuf Ahmadi, que aún no habían entrado realmente en combate contra los marines, lo que contradice el anuncio del comandante de las fuerzas estadounidenses. No obstante, Ahmadi agregó que los talibán estaban preparando una guerrilla que precipitaría el fracaso de los estadounidenses, sobre todo en Nawa y Garmser. El general Muhayadin Ghori, comandante del ejército afgano en el sur, declaró que sus tropas se encontraron con muchas minas y las estaban haciendo explotar “con éxito” gracias a la ayuda de civiles locales.
La ofensiva lanzada por el ejército estadounidense en Afganistán es la primera iniciativa militar importante del presidente Barack Obama contra los talibán y su resultado será tomado como un examen para el mandatario, que calificó a estos combates como una prioridad para su gobierno. La operación estadounidense, la mayor en Afganistán desde la llegada al poder del presidente Barack Obama, tiene por objetivo imponer la seguridad en esta región inestable con vistas a las elecciones presidenciales y provinciales del 20 de agosto. El resultado de esta primera ofensiva es decisiva para Obama, que hizo de Afganistán el frente central de la guerra contra el terrorismo, rompiendo así con su predecesor George W. Bush, cuya presidencia estuvo dominada por la guerra en Irak.
Para derrotar a los talibán y a Al Qaida y simultáneamente de-sarrollar las instituciones afganas para que el país pueda garantizar su propia seguridad, el nuevo comandante en jefe decidió desplegar 21.000 soldados suplementarios y centenares de expertos en desarrollo.
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