Jue 14.11.2002

EL MUNDO

La mano resbalosa de la Unión Europea a Turquía

El Partido Popular Europeo dijo que “fue un error considerar a Turquía como candidato a formar parte de la Unión Europea”, y propuso que se convierta en un Estado asociado. Esto coincide con la visita a Europa del líder islamista turco que ganó los comicios.

Por Carlos Yárnoz *
Desde Bruselas
En momentos en que el líder del partido islamista que gobernará Turquía, Recep Tayyip Erdogan, comenzaba en Italia su gira europea, el Partido Popular Europeo (PPE) –o al menos sus máximos dirigentes– dijo que no quiere a Turquía en la Unión Europea. Aunque hasta ahora habían sido prudentes al respecto, la polémica desatada por el presidente de la Convención, el francés Valéry Giscard D’Estaing (quien ayer reiteró que Turquía no debe formar parte de la UE), ha animado al PPE a difundir su posición. “Reconocer como candidato a Turquía como se hizo en la cumbre europea de Helsinki fue un error y una iniciativa oportunista”, dijo el eurodiputado democristiano Elmar Brok al presentar un borrador de Constitución Europea junto al presidente del PPE, Wilfried Martens.
Para el PPE, Turquía será en el futuro un país asociado a la UE. Esa fórmula de asociación es precisamente la que ya aprobó el congreso del PPE el mes pasado en Estoril y la que ha sido recogida en el borrador de Constitución presentado por Brok (presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo) y Martens. Así, el apartado segundo del artículo 116 dice: “Con sus Estados vecinos, la Unión puede suscribir acuerdos de asociación que, como añadidos a parte o a la totalidad de las normas sobre el mercado común, pueden servir también para el establecimiento de instituciones conjuntas o permitir la participación asociada de representantes de esos Estados en el trabajo de las instituciones de la Unión”.
Es ésa la propuesta que el PPE hace no sólo en referencia a Turquía, sino también en alusión a Marruecos, Bielorrusia o Ucrania. Anteayer, en una reunión de líderes del PPE de parlamentos nacionales en Bruselas, las referencias negativas a la hipotética entrada de Turquía fueron continuas. Una frase repetida fue que el ingreso de Ankara “disolvería la identidad europea”, según informó uno de los asistentes. Las alusiones a la herencia religiosa en la futura Constitución Europea será sin duda otra barrera frente a Ankara.
El martes, en declaraciones a la emisora France Inter, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Dominique de Villepin, decía que la adhesión turca “es una cuestión muy delicada”, y se preguntaba: “¿Cuál es la identidad de Europa? ¿Cuáles van a ser las fronteras de Europa?”. Por el contrario, el comisario de la Ampliación, el alemán Günter Verheugen, recordó que a Turquía hay que exigirle que cumpla los requisitos para poder iniciar las negociaciones de adhesión, mientras portavoces de la comisión calificaron de “una buena iniciativa” la condición de Turquía como candidato, gracias a la cual en sólo unos años ha logrado reformas económicas y políticas impensables hace unas décadas.
En el PPE hay excepciones a la corriente mayoritaria en contra de Turquía. En el PP español, las posiciones son más mesuradas. El propio gobierno español es partidario de que, en la cumbre europea del mes próximo en Copenhague, los Quince dirijan a Ankara un mensaje positivo e incluso un horizonte temporal para iniciar las negociaciones de adhesión cuando Turquía cumpla las condiciones exigidas a todo candidato. El alemán Elmar Brok, por el contrario, rechazó de plano una futura incorporación de Turquía. “Hay que pensar en otra opción”, dijo en referencia a ese estatuto especial de Estado asociado a la Unión, no sin antes advertir de que Ankara no cumple ni los requisitos económicos ni los políticos para ser un candidato. Destacó en ese terreno el peso que tienen los militares en ese país o la dudosa independencia de sus tribunales.
Lanzado el debate, la cuestión de Turquía se configura ya como el tema estrella de la cumbre de Copenhague. Reino Unido, Francia, España, Alemania y Dinamarca empujan estas semanas por pactar un mensaje positivoa Ankara, mientras Austria o Luxemburgo son más críticos. En este debate, las explosivas declaraciones de los líderes conservadores enturbian la discusión en perjuicio de los nuevos dirigentes turcos precisamente cuando la ONU acaba de proponer un acuerdo sobre la dividida Chipre y cuando la UE necesita el apoyo turco para que la Unión pacte con la OTAN la puesta en marcha de la fuerza europea de reacción rápida.
Entretanto, Erdogan, líder del partido triunfador (Justicia y Desarrollo, AK) en los comicios de hace dos semanas, se entrevistó ayer con el premier italiano Silvio Berlusconi y le arrancó el compromiso, por parte de Italia, para impulsar un mejor futuro de Turquía dentro de la UE. Claro que Berlusconi forma parte del PPE. Erdogan, que no podrá ser premier turco por una condena judicial, prometió por su parte que Turquía se adaptará sin dilaciones a todo lo que resuelva el tribunal europeo de los derechos humanos.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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