EL MUNDO › MIENTRAS EE.UU. Y LA OEA INSISTEN CON NEGOCIAR, CRECE LA EXPECTATIVA EN HONDURAS
Después de más de tres semanas de exilio forzado y dos de negociaciones en Costa Rica, el mandatario anunció ayer que dejaba Nicaragua para volver a su país. Cientos de zelayistas comenzaron a caminar hacia la frontera con Nicaragua y la dictadura movilizó tropas.
Con el acta de defunción de la mediación internacional en la mano, el presidente hondureño Manuel Zelaya empezó a caminar hacia la frontera para reencontrarse con los suyos. Después de más de tres semanas de exilio forzado y dos de negociaciones en Costa Rica, el mandatario anunció ayer que dejaba Nicaragua para volver a su país. “Vamos con una bandera blanca de la paz a proclamar la reconciliación del pueblo hondureño”, dijo desde Managua, sin perder nunca el optimismo o la sonrisa. La noticia retumbó en Honduras. Cientos de zelayistas comenzaron a caminar hacia la frontera con Nicaragua y la dictadura movilizó tropas hacia Las Manos, el último poblado antes de llegar al país vecino. La policía, según la cadena Telesur, prometió no detenerlo si entra al país. Pero mientras en Honduras ayer ya no se hablaba de la propuesta presentada anteayer en San José, Estados Unidos y la OEA se negaron a enterrar la mediación.
“Lo que hacen falta son respuestas. Acepto firmar el Acuerdo de San José, no lo acepto. Esa es la pregunta que está pendiente todavía. Cuando tengamos esas respuestas, actuaremos en consecuencia. Si hay respuestas matizadas, veremos qué se hace, pero necesitamos eso”, aseguró el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. El diplomático le pidió moderación a la dictadura hondureña, y paciencia a Zelaya. Esta vez Insulza no apoyó la operación retorno que inició ayer el mandatario constitucional. El gobierno norteamericano, en cambio, no opinó sobre la peregrinación de Zelaya y señaló que espera la respuesta del régimen de facto a la propuesta del presidente Oscar Arias.
Poco les importó que el presidente hondureño diera por muerto ayer el diálogo con la dictadura. “La mediación que fue propuesta por Hillary Clinton fracasó porque los golpistas no atendieron sus recomendaciones, y los golpistas ahora se burlan de los propios Estados Unidos”, sentenció Zelaya, antes de partir con asesores y amigos desde Managua. El mandatario tiene planeado llegar hoy a Esteli, la ciudad nicaragüense en la frontera, y desde allí preparar su paso hacia territorio hondureño. En principio, la esperada vuelta sería mañana o, a más tardar, el sábado.
Mientras más detalles se conocían sobre su vuelta, más crecía la tensión dentro de Honduras. Los medios afines al gobierno de facto repitieron durante todo el día advertencias y amenazas sobre los enfrentamientos y la violencia que generaría el retorno del presidente derrocado el 28 de junio pasado. De todas formas, centenares de seguidores de Zelaya partieron en colectivos y autos hacia Las Manos, cerca de la frontera con Nicaragua. Diez kilómetros antes de llegar al pueblo, la dictadura bloqueó la ruta.
“Hemos sido reprimidos porque no nos dejan pasar. No respetan el derecho constitucional de la libre circulación”, denunció Pablo Oyuela, dirigente del Colegio de Profesores de Educación Media de Honduras. “Nos revisan como si fuéramos delincuentes. Nos anotan los nombres y las placas de los vehículos para amedrentarnos”, agregó. Después de varias horas y ante la acumulación de gente, la pequeña multitud se impuso a las vallas militares y siguieron camino a pie.
Eran los mismos zelayistas que durante las últimas semanas caminaron cientos de kilómetros y lucharon con decenas de retenes militares para poder llegar de las comunidades indígenas y campesinas del interior a la capital, donde se concentraban las protestas contra la dictadura. Ayer, la mayoría de las rutas estaban cortadas por los manifestantes y la capital estaba prácticamente paralizada con los paros en las escuelas, en instituciones públicas, como la empresa estatal de energía, el Instituto de la Familia, el Instituto Hondureño de Seguro Social y el cierre de la mayoría de los negocios en el centro de la ciudad.
Como si no fuera suficiente, la Policía Nacional también se declaró en huelga, no en solidaridad con el gobierno derrocado sino por un aumento salarial. “Nosotros hemos trabajado más que nadie en este problema político”, le dijo una funcionaria policial a Telesur. También, según la cadena, advirtió que no ejecutarán la orden de detener a Zelaya cuando vuelva.
Cuanto más se acerca Zelaya a la frontera, más crecen los rumores, las ilusiones y el miedo entre los hondureños.
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