EL MUNDO › EL PRESIDENTE FRANCéS SE DESCOMPUSO MIENTRAS CORRíA Y FUE INTERNADO
El malestar de Sarkozy llama la atención por dos motivos: porque él es hiperactivo y omnipresente y porque en Francia el tema de la salud de los mandatarios es un asunto complicado. Sobre todo desde que Mitterrand ocultó su enfermedad.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
El hiperactivo Nicolas Sarkozy conoció ayer su primer percance de salud. El presidente francés sufrió “un malestar” mientras practicaba uno de sus deportes favoritos, el jogging. El incidente tuvo lugar en una de las residencias presidenciales situada en la localidad de Versalles, a 20 kilómetros de París. Sarkozy fue conducido al hospital militar Val-de–Grâce de París y permanecerá allí hasta hoy por la mañana.
El diputado conservador Patrick Balkany, que es uno de sus allegados más fieles, explicó a la radio francesa RTL que el presidente mantiene actualmente un “régimen severo”, que sufrió un “malestar vagal” y que “está bien”. Balkany confirmó las informaciones suministradas por el entorno presidencial y fuentes médicas. Ambos habían atribuido el malestar presidencial a un síncope vagal. Se trata de un súbito descenso de la tensión que acarrea también una breve pérdida de conocimiento que resulta espectacular, pero que no reviste mayor gravedad. “Está bien, tiene hambre, refunfuña; todo va bien”, añadió el diputado Balkany. La presidencia francesa aclaró posteriormente que el malestar “no estuvo acompañado por una pérdida de conocimiento”.
Sin embargo, una persona –que pidió el anonimato y que se paseaba por los alrededores del castillo de Versalles a comienzos de la tarde– contó a la agencia France Presse que había visto a un hombre de espaldas que corría por un camino de la residencia de La Lanterne. El hombre estaba rodeado de guardaespaldas y parecía fatigado. Luego, el testigo vio cómo se desplomó. La presidencia francesa explicó más tarde que “la vigilancia cardiológica, sistemáticamente practicada en tales circunstancias, sigue hasta mañana por la mañana”. Un nuevo boletín sobre su estado de salud será comunicado hoy. Por lo pronto, la agenda de mañana se mantuvo tal y como estaba prevista.
El malestar de Sarkozy no pasaría a mayores si no fuera por dos datos: uno, el presidente es apodado por los medios “el híper presidente”. Dos, en Francia, el tema de la salud de los mandatarios es un asunto complicado. Los boletines sobre la salud de los jefes de Estado han sido un tema de campaña. Sarkozy, por ejemplo, prometió publicar regularmente boletines sobre su salud si era elegido. Existe en este país una fuerte controversia y una historia turbia tejida con extensas mentiras. La controversia atañe a la línea que va entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad. La historia turbia es la del difunto presidente socialista François Mitterrand (fallecido en 1996). Mitterrand sufría de un cáncer en la próstata, pero la información fue mantenida en secreto apenas fue elegido en 1981. La mención del estado de salud de los presidentes nunca es transparente. Al igual que Sarkozy, el ex presidente Valery Giscard d’Estaing prometió hacer públicos sus exámenes de salud. Nunca cumplió con esa promesa. François Mitterrand sí cumplió con ella, pero mintiendo en cada ocasión. Durante 11 años seguidos, los informes médicos de Mitterrand omitieron mencionar el cáncer de próstata. Su médico personal, el doctor Gubler, reveló más tarde que lo habían obligado a falsificar los informes médicos del mandatario.
El Elíseo publicó el 3 de julio pasado un informe sobre la salud de Sarkozy, donde indicaba que había realizado exámenes cardiovasculares y sanguíneos, y que éstos eran “normales”. No hubo ningún informe en 2008. Esta es la segunda hospitalización del mandatario desde que fue elegido presidente en 2007. La primera tuvo lugar en octubre de ese mismo año y fue revelada en un libro escrito por dos periodistas. Sarkozy construyó una imagen de presidente que lo todo puede y que está en todas partes. Sarkozy puso en la agenda de los medios sus footings parisinos en compañía del primer ministro François Fillon. También se hizo filmar en Nueva York, corriendo con el jefe de la diplomacia francesa, Bernard Kouchner; y, a mediados de julio, con su esposa Carla Bruni.
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