Si se puede, mejor; si no, no habrá problemas. El presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva confirmó ayer que prefiere asumir la presidencia del Brasil el día seis de enero en lugar del 1º, como lo dispone la Constitución porque “el primero es un día de fiesta. Todo el mundo está con la familia”, pero aclaró que asumiría el 1º si no había más remedio. Mientras tanto, se prepara para anunciar una gran reforma agraria en los primeros días de su gobierno.
La Constitución brasileña establece que el traspaso del gobierno de la República se realice el primer día de enero. Por eso, el presidente saliente Fernando Henrique Cardoso considera que un cambio de fecha sería violar la Constitución. A pesar de que esta semana estuvo fuera del Brasil, siguió atentamente la controversia sobre el cambio de fecha. Desde República Dominicana, donde asiste a la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, Cardoso declaró que no piensa permanecer en su cargo ni un solo día más. También rechazó la propuesta de que el presidente del Parlamento, el senador Ramez Tebet, asuma la presidencia por cinco días, hasta que Lula tome su cargo.
En todo caso, Lula se propone empezar a trabajar de inmediato. En sus primeros días de gobierno, anunciará un programa de reforma agraria que permitirá que 100.000 familias de campesinos sin tierra sean asentadas rápidamente. El PT espera que esta medida alcance para contener eventuales movilizaciones de los sectores más radicales del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST). La aceleración de la reforma se realizará con fondos aportados por organismos internacionales. Pero su implementación recién se definirá con dos duras batallas parlamentarias entre el nuevo gobierno y el grupo de legisladores terratenientes.