EL MUNDO › LA RETIRADA SE PRODUJO EN OTRA JORNADA MARCADA POR LA VIOLENCIA
Mientras los ingleses arriaban la Union Jack, cinco bombas que al parecer estaban coordinadas estallaron en las entradas de mezquitas y centros de plegaria en el nordeste, el sur y el este de Bagdad, con un saldo de al menos 29 muertos.
Al menos 29 personas murieron y 136 resultaron heridas ayer al explotar varias bombas cerca de cinco mezquitas chiítas de Bagdad, en un sangriento final del que fue, no obstante, uno de los meses menos violentos de la guerra en Irak. Cinco explosiones, que al parecer estaban coordinadas, tuvieron lugar fuera de mezquitas y centros de plegaria en el nordeste, el sur y el este de Bagdad y parecían ser ataques contra los seguidores del clérigo antiestadounidense Muqtada al Sadr. También ayer, las tropas británicas pusieron fin oficialmente a seis años de presencia en Irak, que comenzó con una controvertida participación en la invasión encabezada por Estados Unidos para derrocar al ex dictador Saddam Hussein.
Un primer coche bomba mató al menos a 24 personas e hirió a otras 17 en el norteño barrio de Shaab cuando feligreses chiítas abandonaban una mezquita luego de las plegarias del viernes, el día del descanso musulmán. Casi a la misma hora, al menos dos explosiones casi simultáneas alcanzaron la mezquita de Al-Rasoul, cerca del puente de Jirs Diyala, en el sur de Bagdad, y cuatro fieles murieron y otros 17 resultaron heridos en el ataque. Una persona más murió y otras siete resultaron heridas al estallar otra bomba frente a la mezquita de Al-Sadrian del barrio de Zafaraniyah, en el sureste de Bagdad.
Los funcionarios dijeron que la mayor cantidad de muertos se encontraba afuera de la mezquita de Shurofi en el barrio de Shaab. Poco después de la explosión, alfombras para orar, rosarios, zapatos y paraguas usados para el sol del mediodía estaban tirados a lo largo de la calle. Las mujeres lloraban. Los testigos dijeron que la explosión había sido causada por una bomba oculta en un auto estacionado sobre una calle donde varios cientos se habían reunido para orar. “Era una escena horrible”, dijo Ali Riyadh, de 18 años, que había estado asistiendo a las oraciones y tenía una túnica manchada con la sangre de la gente a la que ayudó a rescatar. “La gente perdió sus piernas y algunos no tenían rostro. Nunca había visto algo así.”
Según los testigos la calle había estado cerrada al tránsito y sólo los residentes del área tenían permiso para estacionar ahí. La policía nacional la había cerrado hace unos años porque sospechaba que la milicia Sadr la estaba usando como base para operaciones antigubernamentales.
Otra bomba explotó cerca de la mezquita de Al-Hakim del barrio de Kamaliyah, en el este de la capital, y seis personas resultaron heridas. Cuatro personas más fueron heridas por otro artefacto explosivo cerca de la mezquita de Al-Sadiq, en el sudoccidental barrio de Ilam.
La segunda bomba más mortífera fue la que explotó en la mezquita de Al-Rasoul. Cinco personas murieron cuando dos bombas explotaron en rápida sucesión ahí y 15 personas resultaron heridas.
Asimismo, un hombre y una mujer perdieron la vida la noche del jueves, después de que un atacante lanzara una granada contra una casa en el distrito de Rasal-Jada, en el oeste de la ciudad. La explosión dejó heridos, entre ellos una mujer y su hijo de 13 años. Pese a varias operaciones en la ciudad, las fuerzas de seguridad no han conseguido hasta ahora controlar la situación en Mosul.
Los atentados cerraron uno de los períodos menos letales desde el comienzo de la guerra con la invasión estadounidense para derrocar al presidente Saddam Hussein, en marzo de 2003. Una ola de ataques con bomba que dejó 300 muertos en 10 días, antes de la retirada estadounidense de las ciudades, el 30 de junio, despertó temores sobre las mejoras logradas en seguridad, pero el nivel de violencia no se extendió a julio.
Según el acuerdo firmado en 2008 entre Bagdad y Londres, los efectivos británicos que permanecían en Irak abandonaron el país esta semana, antes del 31 de julio, indicó ayer el portavoz de la embajada de Gran Bretaña en Bagdad.
La retirada británica se produce un día después de que Gran Bretaña pusiera en marcha una investigación sobre su papel en la guerra de Irak. Esa investigación afectará también a quienes tomaron la decisión de que Londres participara en el conflicto, incluido el ex primer ministro laborista Tony Blair. Bajo el gobierno de Blair, Gran Bretaña fue un aliado clave de Estados Unidos cuando el ex presidente, George W. Bush, ordenó la invasión de Irak en marzo de 2003 para derrocar a Saddam Hussein, a quien acusaba de estar desarrollando un programa de armas de destrucción masiva.
Las tropas británicas fueron las segundas más numerosas en la invasión de Irak, después de las estadounidenses, alcanzando los 46.000 hombres en marzo y abril de 2003. Y participaron en los combates que acarrearon el derrocamiento de Saddam Hussein y su posterior ejecución por crímenes contra la humanidad. En 2008, Gran Bretaña decidió cambiar sus objetivos militares y dar prioridad a la lucha contra los talibán en Afganistán.
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