EL MUNDO › RAMóN CUSTODIO LóPEZ, COMISIONADO NACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS EN HONDURAS
Patrocinador de la dictadura hondureña, Custodio López fue respetado en el pasado por sus actividades en favor de la justicia. “Mal servicio le hacen al pueblo quienes se dan a la tarea de reportar violaciones que no existen”, dijo tras el golpe.
› Por Gustavo Veiga
El médico Ramón Custodio López es un funcionario hondureño que patrocina al régimen golpista desde el lugar menos pensado. Se trata del comisionado nacional de los Derechos Humanos, pero a juzgar por sus declaraciones y sus actos, se parece más a uno de los militares que secuestró en pijama al presidente legítimo, Manuel Zelaya. En cada una de sus intervenciones desde el 28 de junio pasado, cuando se instaló la dictadura, este hombre canoso, de gesto avinagrado y bigotes tupidos, se transformó en una de las principales espadas del gobierno de facto. “Mal servicio le hacen al pueblo hondureño quienes se dan a la tarea de reportar violaciones que no existen, con el propósito de ponernos ante el mundo como un país donde impera y prevalece la ley de la selva, lo cual no es cierto y de eso es consciente la mayoría del pueblo hondureño”, declaró allá por el 14 de julio.
El ombudsman o defensor del pueblo –también se arroga esos títulos– fue expulsado por la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) por su declarada posición a favor del golpe y la Federación Iberoamericana de Derechos Humanos exigió que se lo investigue “por sus actuaciones y omisiones recientes”. Custodio López también integraba una comitiva de cuatro miembros del régimen liderado por Roberto Micheletti a la que Estados Unidos le retiró la visa. Pero ninguna medida lo intimida a este hombre que sufrió una metamorfosis kafkiana cuando depusieron al presidente Zelaya. Reconocido defensor de los derechos humanos desde comienzos de la década del 80, había sido reelegido por el Congreso hondureño como comisionado el 11 de marzo pasado, cuando Mel aún estaba al frente del Ejecutivo.
“No nací para soportar ningún yugo, prefiero morir dignamente en Honduras antes que ser objeto de chantaje y de coacción”, denunció ofendido, después de que le impidieran el ingreso a Estados Unidos. “El único amo al que reconozco es al escritor bíblico, otros amos no los conozco”, aseguró con cierto toque de misticismo, como si se tratara de una persecución religiosa contra él.
A no ser que fuera uno de ellos, Custodio López fue más lejos que los propios ideólogos del régimen. Calificó públicamente de golpista a Zelaya porque, entre otras razones, “intentó imponer a tres de sus abogados incondicionales como miembros de la nueva Corte Suprema de Justicia...”
Se nota también que el comisionado nacional de los derechos humanos de la dictadura tiene algo personal con Rigoberta Menchú, la Premio Nobel de la Paz 1992. En una de sus habituales diatribas contra quienes cuestionan al gobierno de Micheletti, se preguntó desde la página oficial del organismo que maneja: “¿Qué derecho tienen Rigoberta Menchú Tum y su grupo de acompañantes guatemaltecos para desconocer e injuriar a la Corte Suprema de Justicia y otras instituciones legítimas del Estado...?”, Custodio López se respondió solito: “¡Ningún derecho! Porque de tenerlo, ella y su grupo de turistas serían superiores al pueblo hondureño y, entonces, habría que declararlos soberanos de Honduras. Eso nunca, nunca pasará”.
Cuestionó también a la OEA porque “ha organizado a todos los países de Latinoamérica en contra de Honduras”, y tampoco evitó hacer algún comentario xenófobo: “Critico a los que andan buscando esos techos ajenos (por las embajadas de otros países) porque realmente estamos solos ante el mundo, pero si Dios nos acompaña y si la verdad está de nuestro lado y si es nuestro destino el que tenemos que definir, yo le pido al pueblo hondureño que dejemos que los extranjeros se queden en sus países...”
Prueba de la fe del converso que operó en este funcionario, es una noticia publicada por la Federación Iberoamericana del Ombudsman, creada en Cartagena de Indias, Colombia, en 1995, y que tres meses y medio antes del golpe, lo describía como “el más reconocido defensor humanitario hondureño, debido a su excelente e impecable gestión y a su lucha frontal en defensa de los derechos humanos desde la década de los 80, cuando prevalecía en la región la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional”.
Custodio López, por la ley orgánica del Conadeh (Comisionado Nacional de los Derechos Humanos de Honduras), en su artículo 10, debería haberse desempeñado “con plena autonomía en la defensa de los derechos fundamentales y fortalecimiento del Estado de Derecho”. Los resultados de su gestión desde que se estableció la dictadura están a la vista. Son difundidos con un lenguaje de barricada en la página oficial del organismo, donde justifica la destitución de Zelaya: “Quiera entenderlo o no la comunidad internacional, el pueblo hondureño ejerció el derecho a la insurrección, no fue un golpe de Estado al estilo latinoamericano sino que más bien fue para restituir el orden constitucional que el señor José Manuel Zelaya Rosales como presidente estaba echando a perder y nos echaba al precipicio”.
Una perla de su pensamiento fariseo es el paralelo que trazó entre la actual situación hondureña y la de otros países en el pasado: “Los pueblos del mundo tendrán que entender que no quisimos llegar a los niveles de Ruanda, de Yugoslavia y de la República Dominicana en 1965, que como los pueblos del mundo no les resolvieron el problema tuvimos que resolverlo nosotros mediante el principio de autodeterminación de los pueblos”. El párrafo textual puede leerse en la página www.conadeh.hn
Es parte del diálogo con un periodista anónimo. Este formato de entrevista complaciente sobre distintos temas se repite por decenas en el mismo sitio web.
Periodista: –En Honduras no hay inmunidad. ¿Por qué si había un delito no fue la fiscalía y la policía los que se apersonaron a detenerlo y llevarlo a un juicio (por Zelaya) como se hubiese esperado?
Dr. Ramón Custodio: –Porque él estaba atrincherado en Casa Presidencial rodeado de gente armada, no sabemos de qué nacionalidad, posiblemente dispuestos a derramar la sangre de hondureños y había dicho públicamente, quién me va a capturar. Entiendo que, por una excepción, salió a su casa particular y entonces las circunstancias ocurrieron así.”
No debe resultar sencillo descubrir a un funcionario golpista con un mejor guión que el de Custodio López. Es el mismo hombre que lamenta “la tergiversación maliciosa de los hechos por algunos medios internacionales” y que ahora llama con una ansiedad imposible de disimular a votar el 29 de noviembre, porque “de las elecciones generales depende el destino de Honduras. El abstencionismo es una enfermedad de la democracia que merece ser atendido de emergencia”.
Este personaje era respetado por ser uno de los fundadores del Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en Honduras (Codeh), creado en mayo de 1981 y al que presidió durante dieciocho años. Ese organismo lo denunció tras el golpe y dijo que su caso “es especialmente grave por ostentar el cargo público de Defensor de los Derechos Humanos en Honduras (Conadeh), pero que, al contrario, se ha convertido en el negador de los Derechos Humanos de todos los hondureños”.
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