EL MUNDO › EL MINISTRO DE DEFENSA HABIA AMENAZADO CON RETIRARSE DEL BLOQUE
El miércoles, al analizar la última cumbre de la Unasur en Quito, el ministro de Defensa colombiano, Gabriel Silva, había amenazado con abandonar la organización sudamericana si los países vecinos continuaban atacando a Colombia por su política militar. Según denunció el ministro, el bloque sólo quiere discutir el acuerdo bélico firmado entre su país y Estados Unidos, mientras Bogotá impulsa un debate sobre el narcotráfico y la carrera armamentista en la región –dos temas que Estados Unidos identificó como sus principales preocupaciones en Sudamérica–.
La amenaza, aunque indirecta, preocupó a la región. Colombia fue el último país en sumarse a la Unasur y fue el que más dudas presentó sobre la creación de un Consejo de Seguridad Sudamericano, el órgano que ahora quiere controlar su acuerdo militar con Washington. Además, esta semana, por primera vez, todos los países miembro criticaron abiertamente la intransigencia del gobierno colombiano. Incluso el gobierno de Perú, un aliado de Bogotá que evitó cuestionarlo durante la cumbre presidencial de agosto pasado, en Bariloche.
Por eso, para descartar rumores y empezar a distender el clima regional antes de la cumbre de la ONU de la semana próxima, Uribe salió a rectificar a su ministro de Defensa. “Que un país como Colombia presente sus puntos de vista a mí finalmente me parece bien para lo que es la razón de ser de estas instituciones que tienen que ser foros de mucha sinceridad”, explicó el presidente colombiano.
Alabó las discusiones en la Unasur, pero reiteró que seguirá impulsando el debate sobre las cada vez mayores compras de armas. “Colombia es un país que viene haciendo un enorme esfuerzo para superar la pesadilla de la seguridad interna, pero Colombia jamás ha estado ni estará en una carrera armamentista internacional”, sentenció el mandatario. Según explicó su canciller, Jaime Bermúdez, en Quito esta semana, su gobierno quiere crear un mecanismo de control para las compras de armas extranjeras.
Todos los países de la región compran sus armas y su equipo militar afuera. Excepto por algunos aviones y barcos de producción brasileño, no existen productores sudamericanos. La única diferencia entre los vecinos es dónde hacen sus compras. La mayoría, históricamente, construyó su poderío militar en Estados Unidos y, en segunda instancia, su aliado y gran productor mundial, Israel. Pero en los últimos años, Venezuela cambió de comprador y posiblemente Ecuador y Bolivia en un futuro.
La semana pasada, Hugo Chávez visitó a su aliado y amigo Vladimir Putin y consiguió una nueva promesa de crédito para comprar submarinos, tanques de combate y helicópteros. Según el venezolano, una medida necesaria para defenderse de la alianza militar entre Bogotá, su vecino fronterizo, y Estados Unidos, su enemigo regional número uno.
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