Sáb 14.11.2009

EL MUNDO  › EL PRESIDENTE DE HONDURAS FUE DURO CON OBAMA

“Nos dejaron a la mitad del río”

Frustrado y desesperanzado, Manuel Zelaya dejó a un lado la sutileza de la diplomacia y criticó de frente a su par norteamericano y antiguo sostén, Barack Obama. “Se debilitaron los Estados Unidos después de cuatro meses. Nos han dejado a la mitad del río diciendo ahora que su prioridad son las elecciones y no la restitución de la democracia”, fue el primer puñal que clavó el presidente hondureño. No escondió su bronca. Desde que los militares lo sacaron del poder en pijama, el mandatario había contado con el apoyo, primero tibio y luego más contundente, de la Casa Blanca. Y ese apoyo era su mejor arma para presionar a la dictadura.

“El presidente Barack Obama nos prometió en Trinidad y Tobago a todos los presidentes de América que él era el futuro, que íbamos a ver un Estados Unidos diferente. Pero hoy han dejado de ser el futuro para ser el pasado nuevamente, el de los golpes de Estado, de las elecciones impuestas, de los fraudes electorales”, sentenció el presidente derrocado hace cuatro meses y medio. Al mismo tiempo que Zelaya se distanciaba de la Casa Blanca, Roberto Micheletti, el dictador que dirigió su derrocamiento, alababa la relación con el vecino del Norte. “Estamos esperanzados en que se reconozcan las elecciones, ése es el gran país hermano”, aseguró el dictador hondureño.

Después de los fracasos sucesivos de la OEA, el gobierno de Obama había tomado el toro por las astas y envió a sus propios hombres para sellar un acuerdo político entre los zelayistas y la dictadura y poner fin de una vez por todas al conflicto hondureño. El entonces subsecretario de Estado para América latina, Thomas Shannon, llegó a Tegucigalpa con todo un repertorio de amenazas y en menos de 48 horas logró que Zelaya y Micheletti firmaran un texto, que proponía la vuelta del primero a la Presidencia. Pero no bien Shannon se fue de vuelta a Washington, los golpistas buscaron la letra chica y boicotearon el acuerdo, conocido como Tegucigalpa-San José. Algo pasó en ese momento, que hizo que la Casa Blanca se distanciara del resto de la comunidad internacional.

“Esta es la verdad de lo que ha pasado. Se debilitó la potencia y se fortaleció la dictadura”, denunció el mandatario derrocado desde su refugio en la embajada brasileña en Tegucigalpa.

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