EL MUNDO › ANTE UN GRUPO DE JóVENES ESTUDIANTES SELECCIONADOS POR EL PARTIDO COMUNISTA PARA LA OCASIóN
El mandatario norteamericano se cuidó de no mencionar al Tíbet ni Xinjiang, escenario de revueltas. Su intervención no fue transmitida por la televisión nacional y sólo por la de Shanghai, algo poco habitual en las normas del protocolo chino.
› Por David Usborne *
Estos viajes al exterior de Barack Obama son siempre asuntos emocionantes. Miles se apretujan en las plazas en Praga o –aún antes de su elección– en los boulevares en Berlín. Pero China está resultando bastante diferente. Más que presenciar otro festival de amor, nos preguntamos: ¿quién tiene miedo de quién en esta visita?
Obama, que efectúa su primera visita a China en el marco de una gira por Asia, fue recibido ayer por la tarde en el aeropuerto de Beijing por el vicepresidente Xi Jinping, probable sucesor de Hu Jintao. Varios miembros del gobierno norteamericano acompañaron a Obama, entre ellos la secretaria de Estado, Hillary Clinton; el secretario de Comercio, Gary Locke, y el de Energía, Steven Chu.
En Shanghai, ayer por la mañana, Obama se reunió con estudiantes que habían sido seleccionados estrictamente para la ocasión por el Partido Comunista. La intervención de Obama no fue transmitida por la televisión nacional, sino sólo por la de Shanghai, algo poco habitual en las normas del protocolo chino. El portal Internet de la agencia oficial China Nueva se limitó a un informe escrito, al parecer no censurado, lo que no fue el caso de todos los otros portales chinos.
“Pensamos que las libertades de expresión y de culto y el acceso a la información son derechos universales”, dijo Obama. “Deben ser accesibles a todos, incluyendo las minorías étnicas y religiosas, ya sea en Estados Unidos, en China, o en cualquier parte”, agregó. El presidente estadounidense también alegó en favor de una Internet sin censura. China ejerce una vigilancia extrema de la red y censura sistemas como Facebook o Twitter. “Siempre he sido un ferviente partidario de Internet. Soy también un enconado partidario de que no exista censura”, afirmó el presidente estadounidense (ver recuadro).
De todas maneras, Obama tuvo cuidado de no contrariar a sus anfitriones y no mencionó ni el Tíbet ni Xinjiang, escenario de revueltas sangrientas en 2008 y en julio pasado.
Obama reiteró una vez más que “China y Estados Unidos no tienen por qué ser adversarios”, explicando que buenas relaciones bilaterales podrían traer la “prosperidad y la paz en el mundo”.
La visita del jefe del Estado norteamericano se realiza en medio de drásticas medidas de seguridad. El barrio central de Beijing donde pasará dos noches fue herméticamente cerrado. Desde su llegada, el tránsito se paralizó. Matones del gobierno entraron a los negocios de souvenirs en Beijing la semana pasada exigiendo que los artículos que tuvieran alguna referencia a Obama fueran quitados de los estantes, especialmente las camisetas Oba-Mao con su rostro con el del presidente Mao. Negociar el formato para la reunión de Obama con estudiantes en la municipalidad en Shanghai llevó semanas, con China tratando de que las preguntas y los alumnos fueran seleccionados antes (no lo fueron).
En economía, los problemas entre los dos países se extienden mucho más allá de los juguetes baratos con pintura tóxica. Las discusiones comerciales suben de tono cada semana, tocando artículos desde neumáticos a papel; y por debajo merodean todas las tensiones sobre la política monetaria, Beijing todavía negándose a dejar que su moneda aumente en valor, algo que aliviaría el desequilibrio de su enorme superávit comercial con Estados Unidos. Mientras Estados Unidos lucha contra una tasa de desempleo del 10 por ciento, China sigue empujando una tasa de expansión económica del 10 por ciento.
“No buscamos contener el auge de China”, dijo Obama el primer día de su visita. Pero Wa-shington y otras capitales están buscando una China más colegiada, especialmente en temas de divisas. Y es difícil para Estados Unidos sermonear a China sobre economía cuando es la poseedora de gran parte de su deuda. El Tío Sam le debe más dinero a China que nadie en el mundo. La verdad es que China ya es una potencia.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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