EL MUNDO › EL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS QUE PERDIO EL CONTACTO DIRECTO CON LOS CIUDADANOS
Reconoció que la gente está enojada, pero dijo que no va a pedir disculpas por el multimillonario salvataje financiero ni por la guerra en Afganistán ni por sus promesas incumplidas.
Después de la derrota electoral en Massachusetts, Barack Obama hizo su autocrítica, aunque limitada. “Si hay una cosa de la que debo arrepentirme este año es que, por haber estado tan ocupado en solucionar las crisis urgentes, de alguna forma perdimos el sentido del contacto directo con los estadounidenses”, señaló el mandatario norteamericano anteayer en una entrevista con la cadena ABC News. Se lo veía serio, pero convencido, seguro de sí mismo. Se negó a disculparse por el multimillonario salvataje financiero ni por la expansión de la guerra en Afganistán ni por sus promesas incumplidas. “No voy a pedir perdón. En su momento sabíamos cuán tóxico sería políticamente”, se justificó.
Dos días después de perder la banca que había dominado durante 47 años Ted Kennedy, el hermano menor de John F. Kennedy, el presidente norteamericano tuvo que salir a dar explicaciones. La gran pregunta era cómo un mandatario, con aún bastante popularidad, puede perder una elección que hace un mes parecía segura, en uno de los estados más demócratas del país, nada menos. “La gente está enojada, está frustrada –explicó–. Pero no sólo por lo que pasó el año pasado o en los últimos dos años, sino por lo que ha pasado en los últimos ocho años.”
Pero la campaña del ahora senador republicano Scott Brown no fue en contra de las políticas de los últimos ocho años, sino de las iniciativas impulsadas desde la Casa Blanca a lo largo del año que acaba de terminar. “Soy el voto 41 contra la reforma de salud”, fue la muletilla que utilizó el joven y carismático abogado de Massachusetts en todos los actos. Entre las pequeñas multitudes de simpatizantes que lo escucharon a través del pequeño estado del nordeste norteamericano, se repetían los carteles contra el gasto público nacional, el salvataje a los bancos y la reforma de salud.
Lo que debía ser una campaña local se convirtió rápidamente en un referéndum sobre su primer año de gobierno, un referéndum que Obama perdió. En la entrevista con ABC News, dirigió todas sus autocríticas a su cruzada por una reforma de salud. “Creo que lo que pasó es que a lo largo del año pasado hubo una fijación, una obsesión, con seguir el minuto a minuto del proceso de discusión en el Congreso. Eso distrajo la atención de todas las otras cosas que estamos intentando hacer para garantizar que la economía funcione en beneficio de la gente común y corriente”, explicó el mandatario.
En un esfuerzo por enmendar sus errores, Obama le pidió públicamente a la bancada demócrata en el Senado que no se apure a aprobar el texto final de la reforma de salud. “Los electores en Massachusetts se manifestaron. Ahora Brown deberá ser parte de este proceso”, exigió a sus compañeros de partido. Según los cálculos del oficialismo, el proyecto de ley debía ser votado por las dos cámaras por última vez la semana próxima, a tiempo para poder presentar la victoria en el discurso del Estado de la Unión de este año, programado para los primeros días de febrero. Sin embargo, después de la derrota en Massachusetts, el proceso probablemente se prolongará.
Ayer Brown llegó a Washington para familiarizarse con su oficina y sus compañeros. Lo primero que hizo al pisar el Capitolio fue reunirse con el jefe de su partido en el Senado, Mitch McConnell, y con el ex candidato presidencial republicano y actual senador, John McCain. Después del encuentro, el recién llegado evitó las cámaras y les cedió la atención a los más experimentados. “La aprobación de esta legislación de forma estrictamente partidista fue un error de cálculo”, aseguró McCain con un aire de satisfacción.
La victoria en el viejo bastión demócrata envalentonó a la oposición, que desde el triunfo electoral de Obama parecía haber perdido el rumbo y el protagonismo en el proceso de toma de decisiones en Wa-shington. Ahora, gracias al voto número 41 de Brown, recuperaban al menos una herramienta proactiva. La oposición podrá ejercer la figura del filibustero, un mecanismo del Senado para extender y retrasar los debates y así dilatar la aprobación de los proyectos de ley.
Sin la mayoría especial de 60 senadores los demócratas tendrán que armarse de paciencia, pero igual podrán imponerse y aprobar su tan ansiada reforma de salud. La preocupación real que sobrevuela a los congresistas y senadores demócratas no es ésa; son las elecciones legislativas de medio término en noviembre próximo. “Si estamos teniendo problemas en Massachusetts, los vamos a tener en todo el país”, advirtió ayer el congresista demócrata por Nueva York Anthony Weiner. “Creo que el presidente debe bajar un poco de la montaña y ayudarnos a venderles a los estadounidenses los cambios que queremos implementar”, agregó.
Según el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Massachusetts Ray La Raja, los republicanos ya tienen una ventaja sobre los demócratas. “Encontraron una estrategia y un discurso que cala entre los norteamericanos, aun en un estado más progresista como el nuestro”, explicó a este diario. Además, continuó el analista, la victoria tan inesperada en Massachusetts podría inspirar a decenas de republicanos a presentarse en distritos históricamente demócratas, en donde generalmente los candidatos oficialistas hacen campaña solos.
Obama intentó mostrarse confiado y habló de la derrota electoral como un simple traspié, un revés coyuntural. Pero la advertencia fue clara y no falta tanto para noviembre y el próximo llamado a las urnas. Obama deberá volver a generar la esperanza y generar la confianza que construyó magistralmente durante su campaña presidencial. Si no lo consigue, en noviembre perderá más que una banca histórica.
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