El jefe de Defensa Civil italiano, Guido Bertolaso, renunció ayer a todos sus cargos en medio de un escándalo por corrupción. El caso judicial se centra en supuestas irregularidades cometidas en las obras, gestionadas por Protección Civil, de la isla La Magdalena en Cerdeña, que debía ser la sede del G-8 en 2009 y que finalmente tuvo lugar en L’Aquila. El premier italiano luego de algunas horas en el Consejo de ministros ratificó su confianza en el jefe de Defensa Civil y no le aceptó la renuncia. “Estoy convencido de que Bertolaso podrá aclarar cada cosa”, dijo Berlusconi.

En la investigación, abierta gracias a una escucha telefónica relacionada con otro caso de corrupción, hay una veintena de sospechosos e imputados. La policía registró ayer por la mañana la casa de Guido Bertolaso y las oficinas del organismo en Roma y requisó documentación y detuvo a cuatro personas.

Entre los detenidos se encuentra Angelo Balducci, de 62 años, ex colaborador de Bertolaso en Defensa Civil, encargado de coordinar las obras del G-8 y del mundial de natación celebrado en Roma el año pasado. Balducci abandonó Defensa Civil hace unos meses y hoy es presidente del Consejo Superior de Obras Públicas. Los otros detenidos son el constructor romano Diego Anemone, de 39 años, Fabio De Santis, de 47 años, ingeniero, proveedor de las obras públicas de Toscana y sucesor de Balducci en las obras para el G-8, y Mauro Della Giavampaola, de 44 años, funcionario ministerial.

La inversión pública en La Magdalena para el G-8 fue impulsada por el gobierno de Romano Prodi, que nombró comisario extraordinario a Bertolaso y fue retomada rápida y fuertemente por Berlusconi cuando regresó al poder en abril de 2008. En las obras, cubiertas por el secreto de Estado por motivos de seguridad, se invirtieron 327 millones de euros de fondos públicos. Esta suma fue en gran parte utilizada para convertir un ex arsenal abandonado durante decenios en un complejo de lujo.

Bertolaso había anunciado su renuncia para “no entorpecer las operaciones de la investigación”. “Pediré al ministerio público”, escribió en una nota, “que se está ocupando de la investigación, que proceda lo más rápidamente posible a mi interrogatorio, así podré brindar toda la información que poseo. Hemos asegurado al personal de la policía judicial nuestro pleno apoyo, consignando todos los documentos en nuestra posesión y tengo total confianza en la operación de la magistratura”. Luego concluyó: “Siempre me he definido como un servidor al Estado y, como siempre, permanezco a disposición de mi país”. La nota fue dada a conocer poco antes de saber que el premier le había renovado la confianza.

La negativa de Berlusconi de aceptar la renuncia y su voto de confianza a Bertolaso lo hizo decir: “Me parece que aquí el deporte nacional es acusar a los que hacen bien al país”. Hace unos días el premier anunció que Bertolaso merecía ser nombrado ministro por la brillantez de su gestión en la ayuda y la reconstrucción de Haití. Probablemente su destino iba a ser el Ministerio de Cultura.

Organizador del Jubileo 2000 y de los funerales del papa Juan Pablo II, Bertolaso explicó no hace mucho con una metáfora, la esencia de su tarea: “Soy médico y cuando me llaman porque hay heridos intento salvarles la vida y si hace falta que pase un semáforo lo hago. Luego pagaré la multa”.