EL MUNDO › EL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS INTENTA DARLE UN úLTIMO EMPUJóN A LA BLOQUEADA APROBACIóN DE LA REFORMA
El borrador mantiene las principales directrices de la versión aprobada por el Senado, que excluye la “opción pública”, un plan de seguro gubernamental que estaba destinado a competir con el sector privado. El proyecto será evaluado por los congresistas.
El presidente norteamericano Barack Obama intentará dar un último empujón a la bloqueada aprobación de su emblemática reforma de salud. El mandatario presentó ayer una nueva versión revisada del proyecto sanitario, en un intento de revivir la estancada legislación en el tema y buscando el apoyo de la oposición republicana. La propuesta, publicada en el sitio web de la Casa Blanca (www.whitehouse.gov), tiene lugar a tan sólo cuatro días de la cumbre bipartidista convocada para tratar la reforma.
Luego de meses de estancamiento, ambas cámaras del Capitolio no han podido sortear las brechas entre los dos proyectos, razón por la cual el mandatario decidió tomar el asunto con sus propias manos y cedió ante las diversas presiones de la oposición, relegando en su flamante propuesta cuestiones claves como la llamada “opción pública”, un plan de seguro gubernamental que estaba destinado a competir con el sector privado, fervientemente apoyado por los sectores más progresistas.
El borrador presentado por Obama mantiene las principales directrices de la versión aprobada por el Senado, aunque algunas de las preocupaciones presentadas por los legisladores de la Cámara baja, tal como una mayor asistencia a las clases medias, son abordadas en el texto.
De acuerdo con el sumario de once páginas presentado por la Casa Blanca, el plan “ayudará a más de 31 millones de norteamericanos que hoy carecen de seguro de salud a acceder a él, mientras que la cobertura será más accesible para muchos más”. La propuesta del líder demócrata es un detallado mapa de ruta que explica paso por paso la revisión a los dos proyectos de ley presentados ante ambas cámaras del Congreso a fines del año pasado y que aún esperan fusionarse en un texto final para ser firmados por la presidencia y finalmente convertirse en ley.
Entre las medidas presentadas, una nueva autoridad federal será creada para ayudar a los estados norteamericanos a analizar los aumentos exagerados en las primas de salud y a limitar las prácticas desleales de las compañías de prestadoras de esos servicios. Asimismo se obligará a dichas empresas a que presten cobertura a las personas que sufren de problemas de salud previo a la firma de los contratos, en un intento de terminar con las prácticas discriminatorias.
Para las familias de bajos ingresos y para aquellos que aún no cuentan con seguro médico, el Estado federal proveerá de subsidios compensatorios, destinados a facilitar el acceso a las prestaciones sociales, mientras que las clases medias enfrentarán topes a sus gastos de salud, en un intento de lograr que los ajustes de la reforma no caigan sobre la clase media.
El proyecto presidencial no fue bien recibido por la oposición republicana. La propuesta de Obama deja afuera varios de los cambios impulsados por los legisladores conservadores, tales como una mayor libertad para la venta de servicios de las compañías de salud en los diferentes estados. “El presidente ha lisiado la credibilidad de la cumbre de esta semana al proponer una vez más una reforma de salud basada en las creencias de únicamente su partido y que el pueblo norteamericano ya ha rechazado”, sentenció el líder republicano de la Cámara baja John Boehner tras el anuncio de la propuesta. Otros legisladores tildaron al plan del presidente como “arrogante”. “El Partido Demócrata nos está diciendo: ‘Ignoren los deseos del pueblo norteamericano. Nosotros sabemos más de esto que ustedes, y vamos a pasar esta ley no importa cómo’”, dijo el senador republicano Mitch McConnell.
Desde que Obama perdió la supermayoría de 60 votos en el Senado en enero pasado, tras la victoria del candidato republicano Scott Brown en Massachusetts, la oposición republicana cuenta con la facultad de bloquear indefinidamente la aprobación de cualquier proyecto, lo cual se ha tornado en un verdadero dolor de cabeza para el primer mandatario. Por eso Obama está dispuesto a hacer concesiones. “Esto es una gran oferta de cara a la cumbre para tratar la reforma de salud”, señaló ayer el vocero presidencial Dan Pfeiffer. “Hemos puesto nuestro mayor esfuerzo en sortear las diferencias aún vigentes con la oposición. El presidente encarará esta reunión con su mente abierta a otras propuestas, y con la máxima flexibilidad”, concluyó Pfeiffer.
Entre tanto, la dirigencia demócrata proyecta que el costo de la reforma en los próximos 10 años será de 950 mil millones de dólares, según informó el diario The New York Times. En este contexto la gestión de Obama estima que la puesta en vigencia del plan reducirá el déficit fiscal en unos 100 billones de dólares en los próximos 10 años, por medio de recortes en los gastos y poniendo frenos a las medidas fraudulentas en manos de las compañías prestadoras de servicios de salud.
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