Sáb 20.03.2010

EL MUNDO  › SEGUNDA RONDA DE LAS ELECCIONES REGIONALES FRANCESAS, CON EL FRENTE ROJO-ROSA-VERDE FAVORITO

Mañana puede ser un día de izquierda

Pese a la alarmante abstención, que será aún mayor que en la primera vuelta, el voto de mañana puede darles un fuerte respaldo a socialistas, ecologistas y comunistas.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Una democracia amenazada por la abstención, una derecha que puede sacar un cero absoluto y un frente compuesto por socialistas, izquierda disidente y ecologistas con cristalinas posibilidades de llevarse todas las regiones metropolitanas de Francia. Estos son los factores decisivos de la segunda vuelta de las elecciones regionales de este domingo. El voto tiene además una significación futurista, ya que dejará esbozado el papel y el peso de los actores que se enfrentarán en las elecciones presidenciales de 2012. Las elecciones regionales definirán la relación de fuerzas dentro del Partido Socialista entre las dos corrientes rivales: la que representa la actual primera secretaria, Martine Aubry, y la de la ex candidata a las presidenciales de 2007, Ségolène Royal. No obstante, incluso si los últimos sondeos plantean una victoria seca de la coalición verde-rosa-izquierda, también adelantan un porcentaje de abstencionistas más importante que el que se registró en la primera vuelta. El 53,6 por ciento del domingo pasado podría crecer este 21 de marzo a más de 55.

Las encuestas vaticinan un triunfo masivo de las listas de izquierda, cuyo peso asciende a 56 por ciento frente al 36 de la derecha parlamentaria. Según los cálculos, socialistas, ecologistas y frente de izquierda tienen a su alcance el control de las 22 regiones metropolitanas. La izquierda mantiene su ventaja incluso en Córcega, una de las dos únicas regiones que controla la derecha, además de Alsacia, donde la disputa se presenta más ajustada.

La cifra más alarmante es sin embargo la de los abstencionistas. En una sociedad profundamente republicana y orgullosa de representar un modelo universal de democracia, el desinterés por las urnas es una responsabilidad del conjunto del sistema político. Los datos destilados por la prensa a lo largo de la semana delinean un panorama electoral digno de las regiones menos desarrolladas del tercer mundo. En su edición del viernes, el vespertino Le Monde revela que en algunos barrios suburbanos la abstención llegó al 80 por ciento en la primera vuelta. Francia volverá a pagar este domingo en el corazón de las urnas el tributo de los errores cometidos por los sucesivos gobiernos –de izquierda y de derecha– desde hace más de treinta años.

La oposición responsabiliza al presidente Nicolas Sarkozy, pero resultaría tramposo credibilizar ese argumento. Socialistas y conservadores dejaron en un abandono magistral las zonas suburbanas del país. Jean-Yves Dormagen y Celine Braconier, autores del libro La democracia de la abstención, orígenes de la desmovilización en el medio popular, explicaron a Le Monde que “existe una indiferencia negativa muy fuerte hecha de desencanto y de resentimiento por parte de las poblaciones que perciben y sufren el proceso de segregación social y étnica. En los barrios ya no se espera nada de la política”.

El análisis de estos dos investigadores está perfectamente retratado en las cifras de la abstención, las pasadas y las que vendrán el domingo. El Ejecutivo de Nicolas Sarkozy y la oposición socialista llevan una responsabilidad histórica en estas cifras. El primero por la profusa cantidad de promesas incumplidas, los segundos por haber sacrificado al elector en el altar de sus guerras intestinas. “Para qué, en qué podrá cambiar mi vida”, dicen hoy muchos votantes. Con ello expresan no un desencanto hacia uno u otro partido, sino con la manera en que el sistema democrático los representa. El abstencionista es víctima del hiato que la clase política creó con la base que la vota. Los responsables políticos locales suelen hablar a menudo de “ruptura ciudadana” entre administradores y administrados.

Y sin embargo, la derecha gubernamental y la oposición cuentan con esos abstencionistas como actor clave que dirimirá la batalla electoral de este domingo. El gobierno y el partido presidencial UMP apuestan por la movilización del electorado para evitar una derrota aplastante, mientras que los socialistas, el frente de izquierda y los ecologistas ponen sus fichas en ellos para completar la victoria del domingo pasado. Olvidados durante años y años, convocados dentro de 24 horas a fin de equilibrar el arco político francés: útiles y desechados.

Con o sin movilización, la izquierda y los verdes tienen garantizada una cómoda mayoría que será decisiva para la definición de las mayorías presidenciales que empezará a forjarse desde la semana próxima. El acuerdo para la unión de las listas al que llegaron el martes pasado los socialistas, los verdes y el frente de izquierda es más que un dispositivo electoral momentáneo. Los tres negociaron los puestos correspondientes en los futuros ejecutivos regionales y también los programas que se llevarán a la práctica. Esos acuerdos son hoy el primer zócalo de la recomposición de la izquierda. La historia de las elecciones ha demostrado que la izquierda francesa llegó al poder cuando estuvo unida y lo perdió cuando no fue capaz de pactar en núcleo.

La derecha parlamentaria salió esta semana a buscar electores reforzando su discurso tradicional sobre la inseguridad y los inmigrados. Esos argumentos, que fueron decisivos en la victoria presidencial de Nicolas Sarkozy –2007–, no le aportaron votos el pasado domingo. Muy por el contrario, la extrema derecha se benefició con las incursiones del partido presidencial en sus temas constantes. Decepcionados por Sarkozy, los electores más conservadores no creyeron en sus posiciones más extremas y votaron por la ultraderecha. Al mismo tiempo, el presidente perdió a los electores del centro, esos moderados que se espantaron con los coqueteos verbales y los deslices a menudo excluyentes y discriminatorios del partido presidencial. Ha ganado la izquierda sin haber hecho mucho para merecerlo. Pero ha perdido la democracia con la apatía del electorado. El domingo puede ganar otra vez la izquierda. Cabe apostar también porque se restaure la credibilidad de la representatividad democrática.

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