Mar 23.03.2010

EL MUNDO  › QUINCE FISCALES DE ESTADOS CONSERVADORES AMENAZAN CON JUDICIALIZAR LA DECISIóN DEL CAPITOLIO

Obama defendió la reforma del sistema de salud

El presidente de Estados Unidos festejó el voto de la Cámara baja, que prácticamente asegura la aprobación de la reforma. Pero los líderes de la oposición reiteraron una vez más que impondrán cualquier tipo de obstáculo para que la norma no salga.

› Por Rupert Cornwell *

Desde Washington

El presidente norteamericano Barack Obama y sus aliados demócratas festejaron ayer una victoria que revitalizó al partido, revivió una presidencia tambaleante y puso en movimiento los más grandes cambios en el sistema norteamericano de salud desde los tiempos de Lyndon Johnson y su programa para construir “una gran sociedad”, allá por la década del ’60.

La votación del domingo en la Cámara de Representantes logró que la versión del Senado se apruebe por 219 votos a favor frente a 212 en contra. Esto no implica que la batalla haya terminado aún. Miembros del Partido Republicano –que unánimemente se opusieron a la legislación– prometieron continuar dando pelea, mientras que los fiscales generales de una docena de estados gobernados por las filas conservadoras amenazaron con bloquear la medida, aludiendo que la misma viola los derechos constitucionales de cada estado.

En lo inmediato, el Senado deberá aprobar por separado un paquete de cambios a la reforma (lo cual parece algo prácticamente asegurado, teniendo en cuenta que el partido de gobierno necesita una mayoría simple de 51 votos en la Cámara alta).

Es por esto que los líderes de la oposición reiteraron una vez más que impondrán cualquier tipo de obstáculo procedimental para que la norma no salga. El ex candidato presidencial derrotado en las elecciones de 2008, John McCain, declaró ayer que los demócratas todavía no han escuchado el último de los argumentos. Personalmente disgustado con “toda la sensación de euforia”, el senador republicano fue lapidario. “El pueblo norteamericano no está contento. No- sotros vamos a lograr que se derogue la medida”, espetó.

Por el momento, el deleite de los demócratas tras conseguir el objetivo de brindar un sistema de seguro médico a virtualmente todos los ciudadanos norteamericanos es inocultable. El logro es grande: cada uno de los presidentes desde Harry Truman, que ha intentado traer un cambio en materia de salud, ha fracasado hasta hoy. Suceda lo que suceda ahora en el Senado, se espera que Obama firme el proyecto de ley en los próximos días.

En un gesto deliberadamente simbólico, el mazo que se utilizó para cerrar el debate y anunció el resultado en la noche del domingo fue el mismo que se usó en 1965 cuando el Congreso aprobó las reformas de Medicare y Medicaid, las cuales aseguraron la cobertura de salud para los ancianos y para los pobres, respectivamente.

Tras conseguir la media sanción, un exultante Obama reconoció que la medida de 940 mil millones de dólares no corregirá todas las fallas en el vastamente caro e ineficiente sistema de salud de los Estados Unidos. Sin embargo, el mandatario destacó: “Esta es una victoria del sentido común. Nos mueve decisivamente en la dirección correcta. Esto es el cambio”.

La victoria de ayer implicó un extraordinario viraje tras los eventos del 19 de enero pasado, cuando un ignoto republicano llamado Scott Brown se alzó con la victoria en Massachusetts, que les costó a los demócratas la supermayoría de 60 escaños que tenía en el Senado. En ese momento, los sueños de la reforma de salud parecían esfumarse.

Impulsado por la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, Obama resolvió seguir presionando, esta vez con una nueva estrategia que involucraría la mayoría simple en el Senado, donde los demócratas y sus aliados aún contaban con 59 bancas. Con la decisión de apostar todo a una victoria, el presidente reprodujo la pasión y la retórica que utilizó en la campaña de 2008 para salvar su proyecto. En la noche del domingo, su tremenda apuesta resultó triunfante.

Un largo período de balance se avecina a partir de ahora. En Wall Street, el pasaje final de la reforma sanitaria trajo alivio con la suba del valor de las acciones para los seguros y compañías de hospitales en su apertura. La ejecución de muchas de las disposiciones de la reforma no tendrán efecto hasta 2014, por lo que el impacto último del paquete de medidas aún no está definido.

Se espera que 32 millones de ciudadanos norteamericanos sean cubiertos con la entrada en vigencia del plan, al tiempo que el seguro médico se extenderá al 95 por ciento de la población. En el futuro, casi todos los que no posean prestaciones de servicios de salud estarán obligados a comprarlo. Esto se logrará mediante la ayuda de créditos impositivos y otros subsidios para familias que ganen menos de 88 mil dólares anuales. Si no lo hacen, enfrentarán multas.

Por su parte, las compañías aseguradoras deberán abandonar sus prácticas discriminatorias. No podrán rechazar la cobertura a aquellas personas que posean condiciones preexistentes, ni retirar arbitrariamente el seguro cuando la gente más lo necesite. El servicio de Medicaid se expandirá, al tiempo que los ciudadanos que posean un alto poder adquisitivo tendrán que pagar una nómina de impuestos más altos para equilibrar la balanza.

Ayudados por la incesante batería de críticas esgrimidas desde los medios de comunicación conservadores, y acompañados por el floreciente movimiento antigubernamental Tea Party, los republicanos aún se muestran confiados en que pueden mantener el debate vivo.

Entretanto, los demócratas festejan, aunque admiten que la reforma les costará algunos asientos en las elecciones de medio término previstas para el mes de noviembre. En su mayoría respiran aliviados, en tanto se animan a reconocer que el daño hubiera sido aun mayor si la reforma quedaba trunca.

*De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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