EL MUNDO › EE.UU. TOMA EL CONTROL EN LA LUCHA CONTRA LOS CARTELES MEXICANOS CON TáCTICAS DE INTELIGENCIA MILITAR
El asesinato de empleados de un consulado estadounidense precipitó un cambio de estrategia, que ahora se orientará a un trabajo de entrenamiento de fuerzas locales similar al utilizado en las guerras de Irak y Afganistán.
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México DF
En la guerra contra el narcotráfico, lo que menos importa a Estados Unidos es la cooperación con México. Su intención es aplicar a los carteles de las drogas las mismas tácticas de inteligencia militar utilizadas en Irak y Afganistán. El plan original arrancaba en octubre próximo, pero el asesinato de personal diplomático estadounidense en Ciudad Juárez, a mediados de mes, precipitó todo.
Desde hace seis meses, el Departamento de Defensa estadounidense entrena a militares y agentes federales mexicanos “en operaciones muy parecidas a las que hemos llevado a cabo en Afganistán y en Irak”, declaró el general Víctor Eugene Renuart, jefe del Comando Norte de Estados Unidos el jueves 18 ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes.
Estados Unidos obligaría así a México a dar un giro en el combate al crimen organizado, ante el evidente fracaso de la estrategia militar en la que se ha empeñado el presidente Felipe Calderón desde que tomó posesión del cargo, el 1º de diciembre de 2006, y que ha costado la vida a más de 18.000 personas. Tan sólo en lo que va del año se han registrado 2253 asesinatos relacionados con el crimen organizado.
Pese a las declaraciones públicas de la delegación estadounidense que estuvo ayer en México, encabezada por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, que puso el acento en los programas sociales y económicos, la meta es otra. “Aceptamos nuestra cuota de responsabilidad. Sabemos que la demanda de drogas es el principal combustible de este comercio. Y que armas vendidas en Estados Unidos se están utilizando para matar a personas aquí. Pero ya no se trata de reuniones, se trata de resultados. Los necesitamos ya”, reconoció la secretaria de Estado en una conferencia de prensa.
Una vez hecho su mea culpa, Clinton evitó entrar en detalles en las nuevas estrategias militares que están sobre la mesa. En cambio, optó por hacer hincapié en la nueva etapa de cooperación en la que entrarán los dos gobiernos vecinos. “Estamos expandiendo la Iniciativa Mérida más allá de lo que se había considerado inicialmente –explicó la funcionaria norteamericana–. La seguridad es fundamental, pero para poder combatir los efectos a largo plazo que representan los carteles de la droga tenemos que trabajar más en educación, en salud.”
Pero el verdadero carácter de la visita lo denota la composición de la delegación estadounidense: con Clinton vienen el secretario de la Defensa, Robert Gates, y el jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de Estados Unidos, el almirante Michael Mullen.
Todos los demás integrantes de la delegación estadounidense, sin excepción, están involucrados en los servicios de inteligencia: Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interior; Gary Grindler, subprocurador general de Justicia interino; Dennis Blair, director nacional de Inteligencia; Michelle Leonhart, titular de la Administración Federal Antidrogas (DEA); John Brennan, asesor presidencial de Asuntos de Seguridad Interior y Antiterrorismo; John Morton, subsecretario de Seguridad Interior para Aduanas e Inmigración; Adam Zsubin, director de la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro, y Patrick Ward, encargado de las políticas sobre Producción y Reducción (de narcóticos) de la Oficina Nacional de Políticas para el Control de las Drogas de la Casa Blanca.
“La misión es estructurar un nuevo enfoque para la estrategia contra el narcotráfico en México. Urgen resultados positivos porque la percepción general, tanto de los mexicanos como de los estadounidenses, es que se está perdiendo la batalla”, declaró al semanario mexicano Proceso un alto funcionario del gobierno de Barack Obama que participó en los preparativos del encuentro.
Más allá de los discursos, en el Pentágono tienen clara la nueva estrategia. El general Renuart la delineó en el Capitolio: “El general (Guillermo) Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional de México, ha pedido nuestra asistencia para impartir un entrenamiento único en la integración de operaciones, la aplicación de la ley, de la justicia y los derechos humanos”.
Renuart se refería a un “plan de contingencia” del Departamento de Defensa de Estados Unidos ante la amenaza de que la narcoviolencia mexicana traspase la frontera y se interne en Estados Unidos. Según el jefe del Comando Norte, se basa en fortalecer la capacidad del ejército y de la Policía Federal mexicanos con mejores tácticas de inteligencia militar.
Por lo pronto, Estados Unidos canceló la entrega de más equipo al ejército mexicano para concentrarse en darle entrenamiento sobre técnicas de inteligencia, una forma de presionar a la administración de Felipe Calderón a replantear la estrategia militarizada.
Barack Obama pretende aprovechar que su antecesor, George W. Bush, logró que Calderón aprobara que la inteligencia estadounidense controlara totalmente la lucha contra el narcotráfico en México mediante la Oficina Binacional de Inteligencia (OBI), con sede en el Distrito Federal.
De por sí, la DEA ha incrementado su personal en México durante la administración de Calderón: de treinta agentes que tenía en México a finales de 2006, hoy cuenta con 54, repartidos en once oficinas por todo México, según funcionarios de la secretaría de Gobernación, “sin contar a decenas más que seguramente están registrados ante la Secretaría de Relaciones Exteriores y la de Gobernación con algún otro tipo de asignación diplomática”, dijo un ex funcionario de la Cancillería mexicana.
Un reporte del auditor general de la DEA establece que, “fuera de Estados Unidos, México, es el país que cuenta con el mayor número de oficinas y de agentes (...) Desde las oficinas en México, la DEA se encarga también de la coordinación de las acciones antinarcóticos que otros agentes llevan a cabo en Centroamérica”.
Por su parte, el Buró Federal de Investigación (FBI) tiene cinco oficinas y varias decenas de agentes en el país, todos coordinados desde las instalaciones de la embajada estadounidense en la Ciudad de México.
Analistas y especialistas en materia de seguridad y asuntos de inteligencia vaticinan que, una vez que la OBI funcione a toda su capacidad, tanto la DEA, el FBI y el Pentágono como la Agencia Central de Inteligencia (CIA) buscarán darle otro rumbo a la fracasada guerra contra el narcotráfico que declaró Calderón hace tres años, que hasta ahora ha dejado un saldo de 18 mil muertos y un futuro incierto para más de 100 millones de mexicanos.
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