El FMI propuso gravar a las entidades financieras para fondear futuros rescates y de-sincentivar la excesiva toma de riesgo bancario. Así, acepta el carácter inestable del sistema económico mundial a causa del enorme despliegue de instrumentos financieros que estimulan “artificialmente” el nivel de actividad. El impuesto gravaría a todas las entidades, de forma progresiva a medida que aumenta la toma de riesgo. La recaudación iría a un fondo para pagar futuros rescates a la banca. Alternativamente, podría tener como destino las arcas públicas, en carácter de ingresos corrientes. A su vez, el organismo impulsa el FAT (por sus siglas en inglés) que gravaría los sueldos y bonificaciones que pagan las entidades financieras. Tiene el apoyo de los países europeos, aunque Canadá ya se manifestó en contra. El organismo proyectó un crecimiento de la economía mundial del 4,3 por ciento.