EL MUNDO › LA CAMPAÑA ELECTORAL BRITANICA INGRESA EN LA RECTA FINAL
Los británicos dividieron sus preferencias entre los tres candidatos. La discusión se centró esta vez en la política exterior.
El segundo debate presidencial terminó sin un claro ganador en Gran Bretaña. El liberal demócrata Nick Clegg no logró obnubilar otra vez a los ingleses, que en cambio dividieron sus preferencias de manera más o menos pareja entre los tres candidatos. La discusión esta vez se centró en la política exterior. El primer ministro laborista Gordon Brown defendió su gestión y su coordinación con el gobierno de la Unión Europa. El conservador David Cameron, en cambio, ratificó su postura euroescéptica y llamó a mantener sólo la integración económica. “Quiero que estemos en Europa, pero no gobernados por Europa”, sintetizó el favorito en las encuestas, a poco más de dos semanas de los comicios generales. Clegg fue el más atacado por su posición abiertamente europeísta, incluso a favor de la incorporación del euro como moneda nacional.
Menos de una hora después del fin del debate, los medios británicos difundieron las primeras encuestas relámpago. El diario The Sun le dio la victoria a Cameron, quien en cambio quedó último en los sondeos realizados por las cadenas de televisión ITV y Channel 4. En esos dos, Clegg fue nuevamente el vencedor. Anoche era demasiado pronto para anunciar un ganador, pero lo seguro es que el resultado no será tan contundente como en el primer debate.
La victoria incuestionable de Clegg en el primer encuentro fue reconocida ayer por sus dos rivales. Brown hizo un mea culpa y pidió perdón por no haber estado al nivel de la discusión. Sin embargo, le recordó al electorado que los comicios no son una competencia de popularidad. “Hay demasiado en juego para eso”, advirtió. A su lado Cameron intentó capitalizar el éxito primerizo del liberal demócrata. Dijo que la reacción de la gente demostró que el país busca un cambio y, agregó, la mejor forma de implementar ese cambio es con un gobierno conservador.
Los dos temas que levantaron temperatura entre los tres candidatos fue el rol del Reino Unido dentro de la Unión Europea y el problema de la inmigración ilegal. Mientras que en el primer caso Clegg y Brown acercaron posiciones, en el segundo, el liberal demócrata quedó totalmente aislado. Fue el único que abogó por legalizar a las 800 mil personas que, se estima, viven ilegalmente en el país, y lo atacaron por eso. En el clímax de la tensión, la sorpresa de la campaña se enojó e increpó a sus rivales, reclamándoles otra solución. Sólo le devolvieron evasivas y críticas.
El tono bajó cuando pasaron a otros temas, como la misión de la OTAN en Afganistán, los llamados de Barack Obama a desnuclearizar el mundo y la próxima visita del papa Benedicto XVI al país, en medio de la crisis de legitimidad de la Iglesia Católica, provocada por las denuncias por abusos sexuales. Pero el clima quedó caldeado para la tercera cita ante las cámaras de televisión, el próximo jueves 29 de abril. Esa será la última vez que se enfrenten antes de las elecciones del 6 de mayo y el tema será nada menos que la situación económica de la nación, uno de los puntos débiles de la gestión de Brown.
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