EL MUNDO › ESTADOS UNIDOS EXTRADITó AL EX DICTADOR PANAMEñO
Francia recibe al ex espía de la CIA con el objetivo de organizar un nuevo juicio. Lo acusa de haber blanqueado fondos provenientes del narcotráfico en el circuito de varios bancos franceses y mediante inversiones inmobiliarias.
› Por Eduardo Febbro
El general Noriega cambió una cárcel por otra. El ex dictador panameño salió de Estados Unidos rumbo a Francia luego de que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, firmara la orden de extradición. Manuel Noriega encontrará una situación muy distinta a la que vivió en París en 1987, cuando el entonces presidente socialista François Mitterrand lo condecoró con la distinción más alta que otorga Francia, la Legión de Honor. El general había sido muy útil en esos años, pero su destino cambió con su caída y las implicaciones de sus supuestas andanzas en París. Noriega parece haber conseguido una hazaña particular: se hizo condenar por sus más íntimos aliados. Derrocado por el ejército norteamericano durante la invasión de Panamá –1989–, Noriega había sido una herramienta útil de la administración estadounidense gracias a su papel de espía de la CIA.
En los últimos años, los abogados de Noriega agotaron todos los recursos legales para impedir su extradición. A finales del mes de marzo, la Corte Suprema de Estados Unidos dio por terminados los trámites al rechazar su último recurso interpuesto para impedir su extradición. En París, el portavoz del Ministerio de Justicia francés, Guillaume Didier, confirmó la decisión. “Esta extradición fue notificada a Francia hace quince días”, dijo el vocero. Condenado en 1992 a 30 años de prisión en Estados Unidos, el ex dinosaurio de Panamá cumplió su pena en 2007, pero le quedaba pendiente una causa en Francia, donde la Justicia lo sentenció a diez años de cárcel en 1999 por diversos delitos. París lo recibe ahora con el propósito de organizar un nuevo juicio por blanqueo de dinero. Según la Justicia francesa, el intrépido general blanqueó fondos provenientes del narcotráfico en el circuito de varios bancos franceses y mediante inversiones inmobiliarias. Los abogados del dictador alegaron siempre que su extradición a Francia no tiene bases sólidas, porque antes de venir a París, Noriega tiene que responder por los cargos que pesan sobre él en Panamá. Según declaró el abogado del ex dictador, Yves Leberquier, a radio France Info, su cliente no puede ser juzgado por la Justicia francesa debido a que los hechos que se le imputan han prescripto por la inmunidad que le confiere su estatuto de ex jefe de Estado.
La Justicia lo requiere en Panamá por la desaparición y el asesinato de varios opositores. Noriega ya fue condenado dos veces en su país: a quince años por el asesinato de Hugo Spadagora, médico, periodista y opositor, y a veinte años por el asesinato de otro adversario. Los abogados defensores del general arguyen que la extradición de Noriega viola los derechos amparados por las Convenciones de Ginebra para los prisioneros de guerra. Hasta ahora, Washington avaló la solicitud francesa y alegó que las Convenciones de Ginebra no rigen para el caso del ex dictador panameño. Sin embargo, la administración norteamericana le había reconocido anteriormente el estatuto de prisionero de guerra.
El Tribunal Correccional de París emitió en 1999 un mandato de arresto internacional contra Noriega y su mujer, Felicidad. Los investigadores franceses dieron con cuatro millones de dólares depositados en las cuentas bancarias que el llamado clan Noriega tenía abiertas en los bancos CIC, BNP, Crédit Lyonnais y Banco do Brasil, todos con sede en París. La defensa del general aduce que ese dinero no fue sacado del blanqueo de capitales, sino que corresponde a lo que la CIA le pagó por su trabajo de espía.
El clan Noriega disponía de una docena de cuentas bancarias alimentadas con los frutos de empresas fantasma con sede en Panamá. Shin-Shin, Caja de Ahorros, Cuenca Holding, Gaswitt Investment son algunos de los eslabones de ese montaje. Los investigadores han evaluado el capital de los Noriega en unos 200 millones de dólares. El general, que fue amigo de tantos enemigos y espía de muchos amigos, verá fugazmente París cuando vaya camino a la cárcel. Tal vez hasta su comitiva pase por las calles donde alguna vez tuvo uno de sus numerosos departamentos en la capital francesa.
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