EL MUNDO › VEINTE MIL PERSONAS Y REPRESION POLICIAL EN GRECIA, MARCHAS EN TODO EL MUNDO
Fue una jornada llena de bronca y desesperanza. Mientras las filas de trabajadores se concentraban en el centro de Atenas y Tesalónica, Papandreou terminaba de cerrar los últimos detalles del acuerdo con sus socios europeos.
Cerca de 20 mil personas aprovecharon el 1º de Mayo en Grecia para repudiar el plan de ajuste negociado entre el gobierno, la Unión Europea y el FMI. Fue una jornada llena de bronca y desesperanza. Mientras las filas de trabajadores se concentraban en el centro de Atenas y Tesalónica, la principal ciudad del norte del país, y prometían dar batalla a las recetas ortodoxas, a unos kilómetros de allí, encerrados en una oficina, el primer ministro griego Giorgos Papandreou terminaba de cerrar los últimos detalles del acuerdo con sus socios europeos y el fondo. Recién hoy el líder griego dará a conocer el texto en Bruselas. Sin embargo, ayer en las calles de Grecia ya descontaban que la ayuda internacional tendrá un precio muy alto. En el resto de Europa también hubo marchas multitudinarias, pero no se registraron disturbios. En América latina, las marchas más grandes fueron las de La Habana y San Salvador.
“Ningún sacrificio, la plutocracia debe pagar por la crisis”, proclamaba una bandera gigante del frente sindical comunista, que desplegó a varios miles de militantes, bajo banderas y globos rojos, en la plaza Sintagma, en el corazón de la capital griega. Un sector de los manifestantes rompió el andar pacífico del resto y se enfrentó con piedras y algunas bombas molotov a la policía que protegía el Parlamento y otros edificios estatales. Según mostró la televisión local, incendiaron una unidad móvil de uno de los canales que transmitía las protestas y la policía antimotines respondió lanzando gas lacrimógenos de forma indiscriminada a todos los presentes. En Salónica, la tensión también escaló hasta choques similares, dejando un saldo de un cajero automático destruido y algunas vidrieras rotas. Según la policía, no hubo heridos en ninguna de las dos ciudades.
Las manifestaciones se sumaron a la oleada de huelgas que sufre el país del sur europeo desde que el primer ministro Papandreou reconoció que habrá ajustes en los salarios y el gasto público. Ayer se mantenían firmes los paros nacionales en el sector del transporte marítimo, ferroviario y del gremio de los médicos, que sólo atienden urgencias en los hospitales públicos. En medio de un clima de semiparálisis, las principales centrales gremiales adelantaron que el próximo viernes pararán por completo el país, tanto el sector público como el privado, como prueba de que no aceptan un acuerdo negociado fronteras afuera.
A grandes rasgos, el plan es que el gobierno griego ahorre más de 31 mil millones de dólares. Si se compromete a hacerlo, el FMI y la Unión Europea le otorgarán créditos por un monto cercano a 160 millones de dólares en tres años.
Según adelantaron algunos medios, el programa de ajuste hace hincapié en un congelamiento de salarios, la supresión de pagos extraordinarios a funcionarios públicos, el aumento de la edad jubilatoria de 61 a 63 años, un aumento del IVA del 21 por ciento al 23 o 25 por ciento, y el incremento del impuesto en los cigarrillos, bebidas alcohólicas y combustible. También podrían aumentar los impuestos a los bienes de lujo como los grandes inmuebles, autos importados y yates.
Los sindicatos griegos saben que les queda poco tiempo para frenar el acuerdo. Una vez validada por los ministros de Finanzas en la cumbre de hoy en Bruselas, la activación del plan debe ser autorizada por los jefes de Estado de la eurozona, probablemente durante una cumbre el 7 u 8 de mayo.
Mientras tanto, en el resto de Europa los ánimos no estaban tan caldeados como el último Día de los Trabajadores, cuando el Viejo Continente transitaba, aún con mucha incertidumbre, el ojo de la tormenta. Los cinco principales sindicatos franceses lograron reunir más de 200 mil personas a lo largo del país, un número muy inferior al de 2009. Lo mismo sucedió en las grandes ciudades de Alemania y Rusia. En Madrid, en cambio, el clima de miedo y desesperanza se parecía más al griego que al de sus vecinos de Europa occidental.
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