El 2003 será un año difícil, dijo ayer el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Y admitió que el año que viene no habrá dinero para inversiones. “El presupuesto que aprobó el Congreso es el más ajustado de los últimos 10 años y la falta de dinero preocupa”, indicó el futuro presidente, que asumirá el 1º de enero. Ayer, Lula le dio el gusto a la cúpula castrense brasileña y nombró a los comandantes en jefe del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. Varios militares se habían molestado cuando Lula designó a un diplomático, el embajador José Viegas Filho, como ministro de Defensa.
El presupuesto que aprobó el Parlamento brasileño prevé ingresos fiscales por 100.000 millones de dólares. Luego de los gastos previstos para salud, educación, previsión social, salarios y servicio de la deuda, sólo quedarán 4000 millones de dólares para las inversiones del futuro gobierno. “Si en el primer momento no logramos grandes cosas, haremos lo que sea posible. Pero creo que podremos realizar una buena política social”, indicó Lula en una entrevista en su casa de Sao Bernardo do Campo, donde pasó la Navidad. Pese a las quejas de Lula sobre el magro presupuesto, el futuro ministro de Planeamiento, Guido Mantega, dijo que todavía no hay un panorama preciso sobre lo que pasará con la economía del próximo año. Y aseguró que se siente “moderadamente optimista” con las posibilidades de crecimiento de Brasil. Según Mantega, sus prioridades serán reducir la dependencia de su país del capital extranjero, acelerar el crecimiento económico y crear empleo.