Sáb 28.12.2002

EL MUNDO

Cómo torcer el brazo a EE.UU. para sacar dinero de una bomba atómica

Corea del Norte anunció ayer que expulsará del país a los dos inspectores nucleares de la Agencia Internacional de Energía Atómica. La movida amenaza con la construcción de armas nucleares para obtener concesiones de Estados Unidos.

Por John Gittings y Ewen MacAskill *

Corea del Norte escaló seriamente ayer la confrontación con Estados Unidos al declarar que va a expulsar a los inspectores de las Naciones Unidas de sus complejos nucleares. La acción le permitirá a Pyongyang poner en marcha un reactor productor de plutonio sin el escrutinio del exterior. Emitió una declaración desafiante: “En una situación en la que no se justifica que los inspectores permanezcan en nuestro país, nuestro gobierno ha decidido expulsarlos”. También acusó a Estados Unidos de “lanzarse a una confrontación extremadamente peligrosa”. El redoble de la apuesta bélica está aparentemente dirigido a obtener concesiones de Washington, pero también lleva aparejados enormes riesgos.
A pesar de las advertencias de la administración de George Bush, Pyongyang también anunció que está por reactivar un laboratorio para el almacenamiento de barras de combustible del reactor de Yongbyon una vez que reasuma la operación. El Pentágono declara que Pyongyang podrá extraer de las barras plutonio que podrá ser utilizado para hacer armas nucleares en pocos meses. La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIAIEA), el cuerpo de la ONU basado en Viena responsable de tratar de evitar la proliferación de armas nucleares, confirmó que había recibido una carta deCorea del Norte sobre la expulsión de sus dos inspectores, aunque los inspectores no sabían nada sobre el asunto.
Estas acciones del gobierno de Corea del Norte significan que podría declarárselo en violación de una obligación del Consejo de Seguridad de la ONU antes que Irak. La AIAIEA debe reunirse en Washington el 6 de enero para decidir sobre el tema. El director general de la AIAIEA, Mohammed El Baradi, que también conduce la cacería de material para armas nucleares en Irak, instó a Corea del Norte a que deje a los inspectores en su lugar. Bill Rammell, funcionario de la Cancillería británica, describió la conducta del norte como “muy preocupante, peligrosa e inaceptable”, pero agregó que la acción parecía ser “un torpe intento de ganar poder internacional más que una acción para ubicarse en contravención y oposición a la comunidad internacional”. Insistió en que el problema era de una escala diferente al de Irak. Pero el ex ministro de defensa conservador Malcolm Rifkind, en un artículo publicado ayer, sostuvo que Corea del Norte planteaba una amenaza “aún más seria y aún más inminente” que Irak.
Las relaciones entre Pyongyang y Washington se han deteriorado agudamente en los últimos tres meses. El secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld advirtió esta semana que Washington era capaz de librar una guerra en dos frentes, Irak y Corea del Norte. La última escalada sumó presión al presidente electo de Corea del Sur, Roh Moo-hyun, que rompió su silencio para emitir una fuerte declaración. “Corea del Norte debe retirar las medidas nucleares que ha tomado y volver los medios y equipos a su estado original”, dijo Roh, que ganó la elección la semana pasada en base a una promesa de seguir buscando aliviar las tensiones con Pyongyang. Roh admitió que las acciones de Pyongyang estaban socavando el apoyo en Corea del Sur para su plan de insuflar nueva vida a la política de “brillo del sol” hacia el norte comenzada por el presidente saliente Kim Dae-jung.
La crisis comenzó en octubre después de que Corea del Norte declarara que Washington había sido lento para implementar el acuerdo de 1994 por el cual el Norte congelaba sus programas de armas nucleares a cambio de la construcción por Estados Unidos y otros países de dos modernas plantas nucleares para abastecer al país con electricidad. La agencia de noticias oficial de Corea del Norte pareció conceder ayer que el programa nuclear del Norte tenía sus usos militares. La exigencia de Estados Unidos de que debe desmontarse no es más que una ilusión, dijo la agencia.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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