EL MUNDO › NUEVA INICIATIVA POLITICA DEL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS
En un extenso discurso para lanzar la iniciativa, Obama recordó el aporte de los inmigrantes a la cultura y a la economía del país y señaló que su gobierno ya reforzó los controles fronterizos y que es hora de blanquear indocumentados.
Primero fue la reforma de salud, después la financiera y ahora le tocó el turno a la migratoria. El presidente norteamericano, Barack Obama, dedicó ayer un extenso discurso a lanzar la iniciativa, aunque no puso plazos. Ante 250 personas en el auditorio de la Facultad de Diplomacia de la Universidad Americana en Washington, dio el puntapié inicial. “Estoy listo para avanzar. La mayoría demócrata está lista para avanzar y creo que la mayoría de los estadounidenses están listos para avanzar”, afirmó Obama. Desde el bando republicano no le respondieron con el mismo entusiasmo y optimismo. El senador republicano por el estado de Arizona, Jon Kyl, le pidió garantizar la seguridad de la frontera con México antes de discutir una reforma migratoria integral, que incluya de una u otra manera a los doce millones de indocumentados que el gobierno norteamericano estima que viven en el país.
Obama eligió un discurso moderado y sensible hacia todas las partes para lanzar su nueva apuesta política. “Es un asunto con muchos matices emotivos y una realidad política y matemática”, explicó el mandatario, sin perder nunca la paciencia o el tono pausado y firme. Habló de las deficiencias –económicas, sociales y éticas– del actual sistema migratorio, pero también de los esfuerzos de su gobierno para sumar tropas en la frontera sur. Recordó que hace apenas unas semanas ordenó el despliegue de otros 1200 soldados de la Guardia Nacional para reforzar el límite compartido con México, aun después del asesinato en circunstancias poco claras de un joven mexicano en la zona fronteriza.
Pero también dejó contentos a los legisladores del caucus hispano y a los dirigentes sociales que hace años reclaman una reforma y que ayer representaban la mayoría de la audiencia en la universidad. “Sabemos que deportar a once millones de ilegales es logísticamente imposible. Destrozaríamos el tejido fundamental de este país”, reconoció el mandatario, quien también destacó que las leyes antiinmigrantes como la de Arizona “violan los derechos de los ciudadanos”.
Desde abajo, el congresista demócrata del caucus hispano, Luis Gutiérrez, lo aplaudió, pero sin poder sacudirse el escepticismo. “Los discursos son buenos y me alegro de que lo haya dado, pero ahora espero que nos dé el camino al éxito”, aseguró el legislador. Tanto él como Obama recordaron que la única posibilidad de conseguir la aprobación de la reforma será ganando algunos votos republicanos.
No será una pelea fácil. Como hizo con las otras dos reformas, Obama no presentó un proyecto de ley propio, sino que pidió a las dos bancadas del Congreso que redactaran una versión consensuada. Mientras los republicanos más moderados prefirieron guardar silencio por ahora, la punta de lanza del ala más conservadora del partido dio el primer paso hacia una confrontación. “El presidente continúa equivocándose. El pueblo estadounidense le está diciendo: primero garantice la seguridad en la frontera”, sentenció el senador republicano Jon Kyl a la cadena conservadora Fox News.
En medio de ese clima político, Obama pidió ayer “valentía” a los republicanos e, indirectamente, a sus compañeros de partido también. Después de todo intentarán aprobar algo que ya fracasó dos veces en el Capitolio, en 2006 y 2007, las dos veces impulsadas por un presidente republicano en un Congreso con mayorías republicanas absolutas.
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