Dom 25.07.2010

EL MUNDO  › REPORTAJE A UN SOBREVIVIENTE DEL ATAQUE A LA FLOTILLA HUMANITARIA EN VIAJE A GAZA

“Nosotros resistimos pacíficamente”

Manuel Tapial y otros dos cooperantes españoles denunciaron a Israel en una Corte española. Los tres estaban a bordo del barco turco Mavi Marmara cuando el grupo de elite israelí lo atacó, en la madrugada del 31 de mayo pasado.

› Por María Laura Carpineta

Manuel Tapial salió del edificio de la Audiencia Española con una convicción. “Tengo plena confianza en la Justicia, esté o no Baltasar Garzón”, sentenció el activista pro-palestino, apenas unas horas después de presentar una querella por delitos de lesa humanidad contra el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y seis de sus ministros. Tapial y otros dos cooperantes españoles que también se presentaron como querellantes estaban a bordo del barco turco Mavi Marmara cuando el grupo de élite israelí lo atacó, en la madrugada del 31 de mayo pasado, para evitar que llegara a Gaza y rompiera el bloqueo. Desde su liberación contaron su experiencia y denunciaron ante quien los escuchara las torturas, asesinatos y abusos que, según sostienen, vieron a bordo de la flotilla humanitaria. Pero ante la tibieza de la ONU y la comunidad internacional decidieron tomar el toro por las astas. “Queremos que pase lo que pasó con Pinochet, que a partir de ahora las autoridades israelíes tengan que salir escondidas de su país, como prófugos”, explicó desde el otro lado del teléfono Tapial, un cocinero de profesión de 36 años.

Los tres activistas españoles, Tapial, Laura Arau y David Segarra, acusaron a Netanyahu y a todos los ministros que participaron de la reunión en la que se discutió y aprobó el ataque por los delitos de tortura, detención ilegal en aguas internacionales, puesta en peligro de la vida, uso de medios de combate desproporcionados y deportación forzada. Según el escrito que presentaron, estos crímenes representan delitos de lesa humanidad porque los cometió “un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemática” contra un grupo político concreto. “Nosotros nos resistimos pacíficamente y ellos nos atacaron con balas de verdad. Esa madrugada vivimos lo que los palestinos viven todos los días”, aseguró Tapial.

La querella, que ya está en manos del juez Pablo Ruz, el reemplazo de Garzón hasta que se resuelva su situación judicial, menciona los nueve activistas turcos muertos –uno de ellos también tenía ciudadanía estadounidense– y los casi 40 heridos que dejó el ataque israelí, pero no acusa a Netanyahu y a sus ministros directamente por homicidio. No puede. El año pasado el entonces gobierno laborista de Ehud Olmert había presionado con éxito al jefe de Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero para que reformara el Código Penal y restringiera los poderes de la Justicia Universal. Hoy un juez español ya no puede hacer lo que hizo Garzón en 1998, cuando ordenó la detención de Augusto Pinochet por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Chile contra chilenos. Hoy solamente pueden juzgar delitos contra ciudadanos españoles.

Por eso –explicó Tapial–, es su responsabilidad utilizar su experiencia para hacer justicia. “Vivimos horas de tortura psicológica. Después de que tomaran el barco un soldado me lanzó contra el suelo y me inmovilizó, sujetándome del cuello. Luego me esposaron y me sentaron en un asiento, alejado del resto. Ahí pude ver cómo torturaron a uno de los activistas con una bolsa de plástico en la cabeza”, recordó el militante de la organización Asociación Cultura, Paz y Solidaridad, una institución reconocida por la ONU como miembro de la red de la sociedad civil activa en la cuestión palestina.

Ese caso aparece destacado en la querella como un ejemplo del exceso de violencia que habrían utilizado los militares israelíes: “Le colocaron una bolsa negra en la cabeza y lo sacaron a la parte externa del barco a empujones y patadas. Lo obligaron a ponerse de rodillas sobre dos cilindros de metal, algo que era imposible porque el viento que generaba el helicóptero le impedía mantenerse recto. Cada vez que se caía hacia algún lado era agredido de manera muy violenta”.

Los relatos de los tres querellantes coinciden en describir una secuencia caótica, salpicada por ráfagas de ametralladoras –según ellos, los únicos con armas de fuego eran los militares israelíes–, nubes asfixiantes de gases lacrimógenos y cadáveres tirados en el suelo, desangrándose con tiros en la nuca o el pecho.

“Nuestras pruebas son los testimonios de más de 20 cooperantes de distintas partes del mundo, fotografías y videos que algunos periodistas que estaban con nosotros lograron esconder de las fuerzas israelíes”, explicó Tapial. La querella también incluye los informes de las nueve autopsias que ordenaron las autoridades turcas y que demuestran que algunos de los cuerpos mostraban heridas de bala en la cabeza y la nuca. Uno de ellos es el fotógrafo turco Cevdet Kilisçlar, el activista que oficiaba de encargado de la sala de prensa a bordo del Mavi Marmara. Según relató otro de los querellantes y también periodista David Segarra, lo vio unos minutos antes de morir, cargando sólo su cámara. A Estambul su cuerpo llegó con un disparo en la frente.

Desde Israel, la comisión investigadora creada por Netanyahu concluyó que sólo hubo errores, pero no abuso de la fuerza ni, mucho menos, crímenes de lesa humanidad. Por eso, esta semana la embajadora israelí ante la ONU, Gabriela Shalev, advirtió que se reservan el uso de todos los medios necesarios para evitar un nuevo intento de violación al bloqueo que mantienen sobre Gaza hace casi tres años. En las últimas horas dos barcos libaneses partieron con destino a la Franja. Desde Madrid, Tapial les deseó suerte y anunció que su organización ya está preparando otros dos barcos con ayuda para los palestinos.

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