Desde Kabul

Una bomba al costado de un camino estalló al paso de un ómnibus lleno de gente ayer, en el sur de Afganistán, matando a 25 pasajeros en el último ejemplo de civiles afganos que cargan con el peso de la guerra del país. Al mismo tiempo, la OTAN continuó investigando las afirmaciones de que un helicóptero artillado abrió fuego contra una casa atiborrada de civiles, mientras los funcionarios del gobierno afgano dicen que hubo 52 muertos. Si esto es verificado, el ataque podría ser el peor incidente de muertos civiles de las fuerzas ocupantes durante más de un año.

Las muertes de ayer sucedieron cuando un ómnibus de pasajeros se estaba acercando a la provincia de Helmand en su ruta hacia Kabul y tocó la mina. Por lo menos 20 pasajeros resultaron heridos, dijeron los funcionarios, y el presidente Hamid Karzai condenó el acto “criminal” llevado a cabo por los “enemigos de los musulmanes”. Los talibán negaron la responsabilidad del atentado, pero como las bombas camineras llevan su firma, seguramente serán culpados.

Un funcionario provincial le dijo a la BBC que el camino por el cual transitaba el ómnibus era “mayormente usado por civiles y los enemigos de la paz deben haber sabido que un ómnibus no lleva a policías o al ejército, sino a civiles”. Un vocero de la OTAN también condenó al talibán por “el trágico asesinato de civiles afganos”, llamándolo un “ejemplo de las órdenes del mulá Omar a sus subordinados para capturar o matar a civiles inocentes que apoyan al gobierno de la República Islámica de Afganistán”.

Pero la fuerza internacional está bajo censura de Karzai, quien le echó la culpa por el ataque con cohete sobre un atestado complejo durante el fin de semana. Una declaración dijo que Karzai estaba “profundamente triste por el incidente, que es moral y humanamente inaceptable” y culpó a la OTAN. El incidente coincidió con la noticia de que las fuerzas extranjeras accidentalmente habían matado a más civiles que lo que habían informado entre 2004 y 2009. Según testigos, los insurgentes le dijeron a un número de habitantes del pueblo en la provincia de Helmand que huyeran de sus hogares antes de la inminente lucha, sólo para que un helicóptero artillado les disparara mientras trataban de refugiarse más adelante en el camino.

La OTAN negó esa versión de los hechos. Dijo que un equipo de investigación estaba en el sitio del pueblo de Rigi, en el distrito de Sangin, el lugar más mortífero en Afganistán para las tropas extranjeras. Afirmó que era responsable de todos los disparos hechos por sus fuerzas, sin sugerir que habían impactado civiles. En otra versión de los hechos, que contradice la línea del gobierno, los testigos le dijeron a una investigación del ejército afgano que los disparos de la coalición habían matado a 60 militantes, que se pensaba que eran combatientes extranjeros porque no podían hablar la lengua local, el pashto.

En medio de los conflictivos informes y ausencia de hechos concretos, la ONU lanzó su propia investigación. Su principal funcionario en Afganistán, Staffan di Mistura, les rogó a todos los involucrados en el conflicto que protegieran a los civiles.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.