Silvio Berlusconi tuvo que recurrir ayer a un nuevo voto de confianza para aprobar de forma definitiva su paquete de ajuste en el Parlamento. El conteo final fue 329 votos a favor y 275 en contra de recortar 32.400 millones de dólares del presupuesto nacional. Las áreas que más sufrirán las medidas de ajuste serán los servicios públicos, especialmente la educación, la salud y la cultura, y las partidas destinadas a los gobiernos regionales, muchos de ellos en manos de aliados del primer ministro.

Aunque el resultado de la votación no lo demuestre, la aprobación de ayer fue muy difícil para Berlusconi. Después de la media sanción del Senado, hace dos semanas, las protestas y las huelgas se multiplicaron en sectores estratégicos, como la salud, la policía y las Fuerzas Armadas, y algunos sectores de la coalición de Il Cavaliere expresaron su rechazo al ajuste. La razón principal es que el plan de austeridad afectará directamente a sus gobiernos. Las regiones italianas tendrán una quita de más de 11.000 millones de dólares y las comunas, una de 5200 millones de dólares.

La presión fue tal que Berlusconi tuvo que poner toda la carne al asador esta semana. “Si el Parlamento no nos aprueba estas medidas, nos iremos a casa”, había advertido. Las críticas, sumadas a los sondeos que le daban menos del 50 por ciento de imagen positiva y los pronósticos apocalípticos de algunos reconocidos diarios, como el Financial Times, hicieron poner nervioso al premier. A último momento logró disciplinar a los suyos, pero los sindicatos, los movimientos sociales y la oposición ya prometieron nuevas protestas y medidas de fuerza.