EL MUNDO › A LA SOMBRA DE LULA, LA CANDIDATA DEL PT NO PARA DE CRECER EN LAS ENCUESTAS
La curva de aprobación de Rousseff ha crecido vigorosamente en todas las mediciones de los últimos meses, conforme los electores comenzaron a conocerla y tomaron nota de que es la preferida de Luiz Inácio Lula da Silva.
› Por Darío Pignotti
Desde Brasilia
“Dilma pasa a Serra y quedó a tres puntos de vencer en primera vuelta”, tituló ayer a 6 columnas el diario Folha de São Paulo. El amplio despliegue dado a la noticia no se debe, ni remotamente, a que el influyente Folha cultive algún tipo de simpatía por la candidata sino a una evidencia factual: su curva de aprobación ha crecido vigorosamente en todas las mediciones en los últimos meses, conforme los electores comenzaron a conocerla y tomaron nota de que es la preferida de Luiz Inácio Lula da Silva.
Los números brutos de la consultora Datafolha indican que Dilma Rousseff reúne el 41% de respaldo, contra el 33% de José Serra, pero si se descuentan los votos en blanco y nulos, tal como prescribe la legislación, la postulante del Partido de los Trabajadores (PT) trepa al 47%, situándose a tres de ser electa en el primer turno del 3 octubre, sin necesidad de disputar el ballottage el 31 de ese mes. La primeriza Rousseff, quien nunca disputó cargo alguno, prefirió dar una respuesta contenida ayer a los reporteros que querían robarle una declaración altisonante.
“La encuesta muestra una tendencia, muestra que nosotros estamos yendo muy bien en la campaña”, declaró, austera. De peinado y cirugía estética recién estrenados, Dilma, como la llaman sus seguidores, carece de desenvoltura ante las cámaras. En sus recientes apariciones televisivas Rousseff mostró haber aprendido a controlar su temperamento, pero exagera en los buenos modales y por momentos suena tan artificial como una aeromoza.
Menos formales, algunos militantes del PT con los que habló este diario en el cuartel general de campaña, aquí en Brasilia, no disimulan su confianza en alcanzar un triunfo en primera vuelta, más aún cuando esa hipótesis ya comienza a ser barajada por Folha de São Paulo, un diario al que ellos consideran “serrista” (afín a José Serra).
Apuestan a que su compañera crezca más a partir del martes, cuando comenzará a aparecer en la publicidad televisiva junto a Lula. Embargados en el optimismo, algunos petistas soslayan que aún restan 50 días de campaña y en Brasil éstas suelen ser una caja de Pandora, pletórica de sorpresas y vaivenes.
Vencer en primer turno es difícil en el sistema electoral brasileño, donde pesan los caprichos de los caudillos provinciales que no se subordinan a proyectos nacionales y la gran prensa se comporta, generalmente, como un partido homogéneamente antipetista.
A lo anterior se debe sumar que Serra, a pesar de su declive, sigue al frente por 41 por ciento, contra 34 por ciento en San Pablo, el mayor colegio electoral.
“Lo que importa ahora es que nos esforcemos al máximo en mostrar (al electorado) que nuestro programa es la continuidad del gobierno de Lula”, recalcó ayer Rousseff, ex ministra de la Casa Civil (Interior) y Energía en los dos gobiernos lulistas.
Estos serán los primeros comicios, desde la restauración democrática, que no tendrán a Lula como candidato, pues la Constitución permite sólo una reelección, pero su ausencia en el duelo por el Palacio del Planalto (Presidencia) no hizo mella en su popularidad: el mandatario cuenta con cerca del 80 por ciento de aprobación, es decir más de lo que recogen Rousseff y Serra sumados.
Eso hace de Lula un actor omnipresente, cuya figura es vital para motorizar a Rousseff, y al mismo tiempo restringe el margen de maniobra de la oposición, consciente de que no puede criticarlo. Los marquetineros del PSDB detectaron que cuando Serra insinúa críticas al presidente pierde posiciones en el electorado, por lo cual optaron por omitir ataques.
Obligados a construir un candidato opositor, que disimule su condición de tal, los publicitarios de Serra compusieron un jingle de campaña con el estribillo “Serra la (Serra va allá)”, casi calcado del viejo eslogan de campaña presidencial de Lula da Silva, que decía “Lula la”. Con semejantes espaldas políticas, Lula ejerce un liderazgo incontestable en su partido, que marcha encolumnado detrás de la candidata.
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