EL MUNDO › EL BRITáNICO QUIERE “UNA REFUNDACIóN” CON VALORES DE IZQUIERDA PARA SU PARTIDO
Fue una larga interna que terminó con el enfrentamiento entre dos hermanos. Su triunfo significó una “vuelta” a los valores “obreros” del laborismo y un aumento del poder sindical en sus asuntos internos.
La oposición británica tiene un nuevo líder desde ayer, cuando asumió al frente del laborismo el ex ministro de energía Ed Miliband, de 41 años, abanderado del “verdadero cambio”. La asunción fue el final de una larga campaña interna con ribetes muy peculiares, ya que los dos contendientes finales son hermanos. Miliband tendrá ahora que remontar las consecuencias de trece años de gobierno laborista bajo Tony Blair y Gordon Brown, que terminaron en el primer gabinete de coalición del Reino Unido en muchos, muchos años, con los conservadores al frente.
Edward Samuel “Ed” Miliband terminó ganando la interna partidaria a su hermano mayor David, que fue canciller del gobierno de Brown y era el favorito temprano en la carrera. Ambos son hijos de Ralph, muerto hace 16 años, un conocido teórico marxista que huyó de los nazis en 1940 tras la invasión a Bélgica, terminó asentado en Gran Bretaña y se casó allí con otra refugiada judía, la polaca Marion Kozak. Los hermanos se criaron en un ambiente muy politizado y estudiaron filosofía, política y economía en la universidad de Oxford.
Los hermanos siguieron en los últimos años líneas diversas en el laborismo. David fue acercándose a Tony Blair y su planteo de Nuevo Laborismo. Ed derivó hacia Gordon Brown y posturas más de izquierda que le valieron mayor diálogo con la castigada ala sindical del partido, un apoyo concluyente para su triunfo de ayer. A finales de los noventa, Ed fue asesor especial de Brown en el Ministerio de Finanzas y en 2005 fue elegido diputado por Doncaster. En 2007, al asumir Brown como premier, pasó a formar parte de su gabinete.
El mismo día en que cayó el gobierno de su mentor, el 15 de mayo, el menor de los Miliband anunció que aspiraba a liderar el partido en crisis. A nadie le llamó la atención, porque Ed ya había mostrado su energía y ambición. El candidato pronto presentó apoyos fuertes, como los de seis agrupaciones sindicales de peso, y padrinazgos cruciales como los de Neil Kinnock, Tonny Benn y Peter Hain.
Su discurso rompió con el de Blair desde el primer día, planteando que el laborismo inglés tiene que volver a ser una “fuerza de progreso” que recupere “su contacto con los valores de los trabajadores” y represente “los intereses del pueblo”. Una de las críticas más fuertes que recibió el candidato fue por su juventud y falta de experiencia, pero Ed dio vuelta el argumento con éxito. Su planteo fue que justamente hacía falta una refundación joven del partido, asumiendo “el error de la guerra de Irak” y “el peso de la crisis” económica internacional. Fue una idea que le dio el triunfo en el golpeado partido que ahora lidera.
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