EL MUNDO › LA PRIMERA HUELGA GENERAL CONTRA LA REFORMA LABORAL DE ZAPATERO
Los sindicatos dijeron que fue un éxito y hablaron de acatamiento en torno del 70 por ciento, mientras el gobierno socialista lo relativizó. En Galicia y Cataluña la protesta se sintió con más fuerza.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Incidentes callejeros, grandes manifestaciones en las ciudades más importantes, más de un centenar de manifestantes detenidos por la policía, paralización casi total de la industria y escasa del comercio, la huelga general llevada a cabo ayer por los sindicatos mayoritarios españoles ha sido un éxito, según las centrales de trabajadores que cifraron su acatamiento en un 70 por ciento, una cifra que el gobierno socialista relativiza y que los empresarios niegan abiertamente. Galicia y Cataluña han sido las regiones donde el paro se vivió con más fuerza. Durante siete horas hubo enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en el centro de la ciudad de Barcelona, que se convirtió en un campo de batalla con barricadas, contenedores de basura y autos policiales incendiados. “Que el gobierno deje de proteger a los culpables de la crisis y atienda a las víctimas”, reclamó Cándido Méndez, líder de UGT, en la multitudinaria manifestación de cerca de cien mil personas, según cálculos periodísticos, con la que se cerró en Madrid la jornada de protesta.
La huelga comenzó a las 12 en punto de la madrugada en todo el país y los primeros incidentes se produjeron en los mercados de abasto y en los polígonos industriales cuando aparecieron los piquetes sindicales en los accesos a los lugares de trabajo. El gobierno nacional había pactado con las centrales servicios mínimos en los medios de transporte y la administración pública, pero en las regiones gobernadas por el Partido Popular no se pudieron concretar acuerdos, por lo que la tensión fue mayor desde el comienzo, tanto en Galicia, como en Valencia, Madrid y Castilla-León. En la capital española el intento de los sindicatos de impedir que se pusieran en movimiento los colectivos de transporte de pasajeros terminó con más de 100 vehículos dañados y momentos de extrema tensión con la policía.
Como sucede siempre con una huelga general, la auténtica batalla desde el principio fue por instalar la idea de que había sido un triunfo o un fracaso. Los sindicatos hablaron desde temprano de un acatamiento en torno del 70 por ciento, unos diez millones de trabajadores según UGT. El gobierno evitó entrar en la confrontación con los sindicatos sobre este tema, pero hizo trascender cifras relevantes, como la baja en el uso de la energía eléctrica con respecto a un día normal, un indicador que se considera muy fiable, y que ayer llegó a ser un 18 por ciento inferior a lo habitual, contra el 25 por ciento que se midió durante la última huelga general, en 2002, contra el gobierno conservador de José María Aznar. Los empresarios, por su parte, dieron la nota, con el particular estilo de confrontación que alienta la CEOE, que por la tarde emitió un comunicado asegurando que no ha habido huelga general porque el paro se ha limitado a los sectores con piquetes violentos, un enfoque que ni los medios más conservadores se animaron a apoyar.
A las batallas verbales siguieron las urbanas y desde el mediodía se pudo observar en algunas ciudades choques entre manifestantes y policías, algo muy poco habitual en España. El más intenso de los enfrentamientos tuvo lugar en Barcelona, donde la turística zona de las Ramblas quedó convertida en campo de batalla durante más de siete horas, con el saldo de una veintena de manifestantes detenidos, heridos leves, mobiliario urbano incendiado para fabricar barricadas y coches policiales incendiados. Los choques con la policía se repitieron en diversos lugares del país, aunque con menor intensidad y visibilidad que en la ciudad Condal.
Las grandes diferencias en los índices de acatamiento a la huelga de acuerdo con la actividad económica dejaron también al descubierto el nuevo paisaje económico creado por la crisis. Mientras que en la construcción y en la industria la huelga rozó en algunas zonas el ciento por ciento –se detuvieron las fábricas textiles en Galicia y las industrias automotrices, paró con gran intensidad el cinturón industrial de Barcelona, Madrid y Valencia, no operaron los principales puertos del país–, en el área de los servicios, sobre todo en el comercio, la medida casi no se notó. Esto dio una falsa imagen a la población de lo que estaba ocurriendo, ya que en algunas zonas urbanas daba la sensación de que se trataba de un día normal, donde lo único que hacía notar su falta con intensidad, por el caos que se había generado, era el transporte público.
Los aeropuertos funcionaron a media máquina, así como la sanidad pública y las escuelas, donde faltaron más alumnos que profesores, según los propios sindicatos. El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, habló por ese motivo de “huelga desigual”, aunque rehusó dar cifras del seguimiento global. La jornada se cerró con multitudinarias manifestaciones. Más de 100 mil personas salieron a las calles en Madrid, donde se realizaba el acto principal de los sindicatos, unas 75 mil lo hicieron en Barcelona, mientras que en las grandes capitales provinciales fue habitual ver multitudes protestando a lo largo de toda la tarde. Ahora las centrales sindicales esperan que el gobierno abra una puerta al diálogo y que la huelga sirva para torcer la voluntad de imponer una reforma laboral impopular y el cuestionado retraso a la edad para jubilarse que impulsa la administración Zapatero.
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