EL MUNDO › SUSANA VILLARáN, QUIEN SE IDENTIFICA CON LULA Y BACHELET, COMPETíA CON LOURDES FLORES
Según resultados extraoficiales de las elecciones regionales y municipales de ayer, la izquierda peruana se imponía en la alcaldía de la capital peruana, lo que sería su mayor victoria electoral en casi 30 años.
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
Según los resultados extraoficiales de las elecciones regionales y municipales, la izquierda peruana ganó ayer la alcaldía de Lima, lo que sería su mayor victoria electoral en casi 30 años, desde que en 1983 ganó, con el ya fallecido Alfonso Barrantes, por primera y única vez en la capital del país. Una victoria que hace dos meses no entraba en los cálculos de nadie. Según un conteo rápido de la empresa Ipsos Apoyo el 96,7 por ciento del total de votos y un margen de error de un punto porcentual, le daba el triunfo a Villarán con 38,5 por ciento contra 37,4 por ciento de Flores. Una diferencia de unos 50 mil votos de un total de poco más de cinco millones y medio de votantes. Aunque se cuidó en señalar que ese resultado que le daba el triunfo a Villarán no era definitivo, Alfredo Torres, director de Ipsos Apoyo, precisó que “es muy improbable que el resultado final cambie”. Al momento del envío de esta nota, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) no había dado resultados oficiales. Susana Villarán, una mujer de izquierda moderada que se identifica con Lula y Bachelet y cuestiona duramente a Hugo Chávez, asumiría desde el 1º de enero de 2011 el gobierno municipal de la capital del país para un período de cuatro años.
Susana Villarán recibió los resultados acompañada de sus hijos y sus más cercanos colaboradores en el hotel Bolívar, en la plaza San Martín, en el centro de la capital. Cuando la televisión dio los resultados a boca de urna a las cuatro de la tarde (seis de la tarde en Argentina), apenas se cerraron las mesas de votación, que le daban una ventaja de entre dos y tres puntos porcentuales a Villarán, los gritos de victoria retumbaron en el cuarto del hotel improvisado como cuartel general de FS. Villarán comenzó a saltar sobre la cama de la habitación y a abrazar uno a uno a sus colaboradores. Pero la candidata prefirió guardar las celebraciones para la privacidad y esperar a los primeros resultados oficiales antes de proclamar su victoria. Cuando a las 7.30 de la noche (9.30 en Argentina) se conocieron los primeros resultados del conteo rápido de Ipsos Apoyo, Villarán salió al balcón de la habitación del hotel para saludar a sus seguidores. Lo hizo alzando el brazo, pero sin decir nada.
Sus partidarios comenzaron a corear “aquí, allá, el miedo se acabó”.
Lourdes Flores recibió la noticia de los resultados que anunciaban su derrota en el local de su partido. Flores se mantuvo recluida, pero los dirigentes del PPC-UN salieron a desconocer los resultados a boca de urna y del conteo rápido, y aseguraron que su propio conteo les daba la victoria. Mientras en el PPC-UN desconocían todas las proyecciones que coincidían en dar como ganadora a Villarán y se aferraban a que el resultado oficial cambiara la historia de esta elección, los dirigentes de FS hicieron pública su preocupación de que en el conteo oficial se modifiquen los resultados que le daban la victoria. La demora de la ONPE en dar resultados oficiales alimentó la incertidumbre y las suspicacias. Para Lourdes Flores, de 51 años, la derrota en esta elección, a la que ingresó como la gran favorita, es un duro golpe que, luego de dos derrotas consecutivas en las últimas elecciones presidenciales de 2001 y 2006, pone en duda su futuro político.
Susana Villarán, de 61 años, educadora de profesión con una larga trayectoria en la militancia de izquierda y como activista de los derechos humanos –ha sido secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos e integrante de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos– fue la gran sorpresa en estas elecciones. Hace dos meses tenía apenas 4 por ciento, mientras Flores encabezaba cómodamente las encuestas con cerca del 35 por ciento y parecía la segura ganadora. Pero Villarán comenzó un sorpresivo crecimiento y faltando dos semanas para los comicios pasó al primer lugar en las encuestas.
La posibilidad de una victoria de la izquierda activó una dura campaña de ataques contra Villarán, que fue acusada de extremista, violentista y de tener vínculos con Sendero Luminoso, que en los años ’80 y ’90 desató una sangrienta guerra interna. Estas acusaciones, que chocaron contra la realidad de los hechos y la trayectoria de Villarán en una izquierda moderada que siempre condenó a Sendero, inicialmente pareció fracasar en el intento de detener la victoria de la izquierda, pero en la última semana la masiva arremetida final de los ataques contra Villarán comenzó a sentirse y la diferencia que había logrado sacarle a Flores, que una semana antes de la elección llegó a ser entre diez y quince puntos, comenzó a estrecharse día a día. Pero, según las proyecciones, la campaña del miedo no le alcanzó a Flores y al final del día Villarán pudo exclamar: “La esperanza venció al miedo”, frase que se convirtió en el lema del último tramo de su campaña.
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