EL MUNDO › UN SONDEO REVELA QUE LA CANDIDATA OFICIALISTA SE MANTIENE FAVORITA DE CARA AL BALLOTTAGE
La candidata Dilma Rousseff acusó a su rival José Serra de lanzar una serie de calumnias contra ella. La aspirante petista marcó posición sobre el aborto y Serra insistió con los problemas de la inseguridad y la corrupción.
El primer debate tras los comicios empezó con todo. La candidata favorita al ballottage, la oficialista Dilma Rousseff, acusó a su rival José Serra de lanzar una campaña de calumnias y difamaciones contra ella y puso como ejemplo que en el tema del aborto “se tergiversan mis palabras”. El socialdemócrata buscó contraatacar haciendo referencia al caso de corrupción que salpicó a la ex mano derecha de Dilma. Y, sin duda, Serra llevó la primera parte del debate hacia un asunto-bandera de su campaña: la inseguridad.
Muchos electores religiosos le retiraron el apoyo a la postulante petista y ex jefa de gabinete del gobierno de Lula da Silva, de 62 años, por considerar que sería favorable a la despenalización del aborto, lo que ella ha negado durante toda la campaña, pero que había admitido en 2007.
“Quiero en esta segunda vuelta hacer una campaña en defensa de la vida”, dijo Rousseff en la reanudación de la propaganda electoral. También durante el duelo televisivo de anoche, transmitido por la cadena Bandeirantes, insistió en su postura respecto de la interrupción del embarazo y acusó al partido rival de tergiversar su discurso. “Estoy sufriendo en la piel una de las campañas más calumniosas que se han hecho”, dijo Rousseff, culpando a su contendiente. Además, la candidata dijo que estaba en contra de tratar a la mujer que se practica un aborto como “una cuestión de policía”.
Serra a su turno le pidió que no se victimice. El candidato de 68 años también hizo una “defensa de la vida” y hasta del “medio ambiente”, en su intención de captar los votos de la ecologista Marina Silva –quien obtuvo un 19 por ciento de sufragios el domingo pasado– y de las crecientes iglesias evangélicas y católica. De acuerdo con estadísticas oficiales divulgadas ayer en el diario O Globo, el aborto clandestino mata a una brasileña cada dos días.
La encuesta Datafolha publicada el sábado por la noche confirma el favoritismo de la candidata del presidente Lula da Silva, que recibe un 48 por ciento de la intención de voto, pero también un ascenso del socialdemócrata Serra, con 41 por ciento. Catorce millones de votos separaron a los dos candidatos en la primera vuelta, cuando la ex jefa de gabinete obtuvo 46,9 por ciento de los votos y el abanderado de la derecha 32,1 por ciento.
El ex ministro de Salud y ex gobernador del industrial estado de San Pablo inauguró una propaganda electoral ofensiva, con ataques directos al oficialista Partido de los Trabajadores (PT) y a Rousseff, a la que comparó, por ser una “desconocida”, con el ex presidente Fernando Collor de Melo, destituido por el Congreso en 1992 por un escándalo de corrupción.
Ayer, Serra le preguntó a Dilma cómo es que no tiene nada ver con el caso de tráfico de influencias que se destapó en la Casa Civil e involucró a su ex asesora Eunice Guerra. Así puso el acento en los casos de corrupción en los que estuvieron involucrados ministros del gabinete de Lula y prometió que si fuera electo implementará una administración de “manos limpias”. “Precisamos un gobierno que demuestre a la población que vale la pena trabajar y ser decentes”, dijo.
El postulante de derecha dijo que el problema más grave que viven los brasileños es la inseguridad. Y le preguntó a Dilma por qué se opone a la creación de un Ministerio de Seguridad. La candidata no dudó en responderle: “Porque su receta fracasó en San Pablo. Nosotros apuntamos a la seguridad pública combinada con la pacificación de las comunidades. Hay que pacificar”. Entonces el socialdemócrata dijo que en San Pablo cayeron los índices de delincuencia. Su rival insistió en que, en el estado que gobernó Serra, la política de seguridad no fue efectiva.
A todo esto, Lula retomará esta semana su participación decidida en la campaña proselitista de su delfina, para lo cual suspendió toda clase de actividades protocolares e internacionales. Está previsto que el mandatario intervenga hoy en un acto público en Brasilia y el miércoles en otro en el estado Piauí, en el nordeste del país, así como que esta semana visite también Pará, en la región amazónica, y Santa Catarina, en el sur.
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