Mar 12.10.2010

EL MUNDO  › UN LIBRO DE RECUERDOS DEL PRIMER PRESIDENTE NEGRO DE SUDáFRICA

Mandela por el mismo Mandela

Desde las notas que garabateó para el discurso que hizo en 1964 mientras esperaba la pena de muerte hasta la desgarradora carta que escribió desde su celda cuando se enteró de la muerte de su hijo en 1969. Todo está en el nuevo texto.

› Por Cahal Milmo *

Cuando Nelson Mandela les entregó los papeles privados que había guardado toda una vida a los investigadores, les advirtió que esperaran “una casa de tesoros, llena de sorpresas, pasadizos, callejones sin salida, recuerdos dolorosos y preguntas sin respuesta”. Cinco años después, activistas de la Fundación Nelson Mandela comenzaron con la tarea de revisar miles de páginas de agendas, cartas, cuadernos de la cárcel y calendarios. Parece que los documentos también proveen una visión emotiva y sin barniz de la lucha contra el apartheid que libró Mandela. Desde las notas que garabateó para el discurso que hizo en 1964 mientras esperaba la pena de muerte, sus exámenes desaprobados, hasta la desgarradora carta que escribió desde su celda cuando se enteró de la muerte de su hijo en un accidente de autos en 1969; el archivo se ha convertido en un libro sobre el primer presidente negro de Sudáfrica.

Titulado Conversaciones conmigo mismo y aparecido hoy en 22 países, el volumen presenta una imagen más humana de Mandela, que se condice con su desaprobación a ser catalogado como un santo. En unas notas no publicadas, que fueron insertadas en el libro, Mandela escribió: “Nunca lo fui, ni siquiera lo que es considerado en la Tierra un santo, o sea un pecador que sigue intentando serlo”.

Los documentos presentan una fotografía franca del líder. Allí se incluyen sus 27 años como prisionero del régimen del apartheid, una agenda titulada “Desde la oficina de Nelson Mandela” y decorada con un figurita del gato Garfield, en la que anotó los datos de Graca Machel, su actual y tercera esposa. También están las cartas, llenas de ansia y de romance, que le enviaba desde la prisión de Robben Island a Madikizela Mandela, su segunda mujer.

A lo largo de su cautiverio, las cartas privadas demuestran cuán consciente y sentido estaba Mandela de cómo, por su dedicación a sus objetivos políticos, se había visto afectada su familia. Se lamentaba de que había sido privado de simples placeres como “darles un baño a sus hijos, alimentarlos, llevarlos a la cama y contarles un cuento”. En la carta que le envió a Winnie después de la muerte en 1969 de Thembi, su hijo de 24 años, Mandela resaltaba cómo el muchacho se había puesto los pantalones en su ausencia. “Por días, mi mente y mis sentimientos estuvieron demasiado agitados para darme cuenta de las tensiones psicológicas que mi ausencia les provocó a mis chicos.” Un año después volvió a escribirle a su mujer, comentándole su furia por los repetidos arrestos y hostigamientos que ella sufría de parte de la policía. “Siento que me han absorbido mis entrañas, todas mis partes, mi carne, mi sangre, mis huesos y mi alma. Tan amargado estoy de estar totalmente indefenso para ayudarte en esta terrible experiencia que estás viviendo.”

Este libro pretende ser un acercamiento más íntimo que el de Un largo camino a la libertad, su autobiografía publicada en 1995 y que vendió 6 millones de copias en el mundo. Mandela quiere enterrar las sospechas de que fue responsable de actos de violencia durante su primer matrimonio con Evelyn Mase. Según el ex presidente, ella lo habría amenazado con un atizador encendido y él le habría torcido su brazo para sacárselo. Mandela también aborda temas difíciles, como la justificación de la violencia en la batalla contra el apartheid en Sudáfrica.

Muchos detalles son encontrados en la colección de calendarios de la cárcel, en los que, con su escritura prolija y meticulosa, Mandela cuenta sus sueños así como aspectos mundanos de la vida en prisión. En 1984 da cuenta de su intento fallido de conseguir un título en Derecho. “Desaprobadas todas las seis materias”, anota. En noviembre de 1980, escribió: “Mientras los africanos crean ahora que son la gran raza y que tienen el derecho de forzar las decisiones de los otros, el futuro se mantendrá sombrío”.

El libro también muestra partes del humor pícaro de Mandela. Cuando estaba siendo tratado por tuberculosis en el hospital, le sirvieron un desayuno con panceta y huevos, y un guardia le advirtió que era contrario a la orden del médico de llevar una dieta libre de colesterol. El luchador, que hoy tiene 92 años, le respondió: “Hoy estoy preparado para morir, así que voy a comerlo”.

De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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