Desde Kabul

La versión del gobierno británico y del estadounidense acerca de la muerte de Linda Norgrove en Afganistán se vino abajo ayer con la revelación de que podría haber sido asesinada por las fuerzas de Estados Unidos, que habían sido enviadas para liberarla. El premier David Cameron se vio obligado a retractarse de su afirmación de que la cooperante de 36 años había sido ultimada por uno de sus captores. Por el contrario, el jefe de gobierno británico dijo que una granada arrojada por un soldado estadounidense le habría causado la muerte.

Inicialmente, ninguna de las fuerzas especiales norteamericanas que tomaron parte reportaron haber tirado granadas de fragmentación cerca de Norgrove. Sólo se descubrió después de examinar los videos grabados por las cámaras que llevaron los uniformados. El general David Petraeus, el comandante estadounidense de las fuerzas de la OTAN en Kabul, llamó ayer a Cameron para informarle del descubrimiento y ordenó una investigación entre furiosas recriminaciones.

Los términos exactos de la pesquisa deben ser decididos. Pero se centrará en dilucidar por qué los funcionarios británicos, los de la Casa Blanca y de la OTAN estaban tan interesados en atribuir la muerte de Norgrove a una inmolación, antes de que toda la evidencia haya sido revisada. El primer ministro, que ordenó la operación de rescate, informó haber hablado con la familia y haberle dado las “profundamente penosas noticias” y agregó que era lamentable que la versión oficial haya sido incorrecta. John y Lorna Norgrove, los padres de la cooperante británica, están todavía esperando una explicación completa de lo sucedido.

De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.