Dom 17.10.2010

EL MUNDO  › LULA REASUME EL PROTAGONISMO DE LA CAMPAÑA Y BUSCA POLITIZAR EL MENSAJE ELECTORAL PARA EL BALLOTTAGE

Dilma pierde puntos contra una campaña sucia

José Serra, el candidato apoyado por las derechas religiosa y mediática, insiste con el tema del aborto, mientras el establishment económico parece inclinarse hacia Rousseff, la discípula de Lula, que quiere discutir Petrobras.

› Por Darío Pignotti

Barbarie nao tem fim. Si Dilma Rousseff fuera electa presidenta de Brasil ordenará “matar niñitos”, haciendo cumplir la plataforma del oficialista Partido de los Trabajadores que propone la despenalización del aborto, alarmó la aspirante a primera dama socialdemócrata Mónica Allende de Serra (ver recuadro). Esa frase pronunciada en un acto proselitista en Río de Janeiro resume el discurso montado por su marido, José Serra, el candidato apoyado por las derechas religiosa y mediática, mientras el establishment económico parece inclinarse hacia Rousseff, la discípula y ex ministra de Luiz Inácio Lula da Silva.

“Es una vergüenza la campaña de nuestro adversario contra Dilma..., es una vergüenza cómo están mintiendo y difamando..., es terrorismo”, se indignó Lula el viernes por la noche en San Pablo, el primer distrito electoral con 30 millones de votantes, con un padrón nacional de 135 millones.

Después de replegarse unos días en el Palacio del Planalto para reponerse de la frustración por la no victoria de su compañera en el primer turno y reformular la estrategia que había subestimado las consecuencias del factor religioso, Lula reasumió el protagonismo de la campaña petista y espera recuperar la iniciativa política, que hoy está en manos de sus rivales.

Su tesis es repolitizar el pleito que la derecha despolitizó, subrayando el carácter democrático popular de la gestión iniciada hace siete años y medio. Lula instó a la militancia petista a “no dar tregua” en la batalla en la disputa política contra las “elites dominantes, que “no toleran” ser gobernadas por un “metalúrgico” ni una “mujer”.

La otra pata de la embestida lulista-dilmista se llama Petrobrás, la petrolera recientemente capitalizada con 70.000 millones de dólares, con los cuales podrá iniciar la explotación de las reservas gigantes alojadas en aguas profundas. Ex ministra de Energía y presidenta del directorio de Petrobras, Rousseff, que en una primera fase de la campaña había exagerado en su tono moderado y gerencial, optó por el estilo directo para afirmar que Serra, ex ministro durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), fue un promotor de las privatizaciones del “patrimonio nacional”.

Es prematuro evaluar si el plan de Lula dio sus frutos; por lo pronto las cuentas de los últimos días confirmaron que la oposición parapetada en su prédica religiosa, y las denuncias de corrupción en el gobierno cuya jefa de Gabinete cayó hace un mes, logró limar parte de la popularidad de Rousseff –no la del mandatario, que supera el 80 por ciento– impidiéndole vencer en el primer turno de las presidenciales celebrado el 3 de octubre, cuando recogió el 46,9 por ciento de los votos, a sólo 3,1 de convertirse en jefa de Estado.

Si bien Rousseff sigue adelante, su ventaja sobre Serra de desplomó de 14 puntos a seis (promedio de los últimos sondeos) y ningún analista reputado se arriesga a pronosticar quién será el próximo mandatario.

En los primeros catorce días de campaña hacia el ballottage del 31 de octubre la estrategia socialdemócrata fue seguir martillando en una tecla con resonancias integristas: “Yo nunca estuve a favor del aborto, en cambio usted...”, aguijoneó Serra el último domingo, en su primer duelo televisivo cara a cara con su adversaria.

Sacerdotes católicos, algunos presuntamente vinculados con el Opus Dei, y pastores neopentecostales se sumaron a esa guerra tan santa como alucinada contra Rousseff, a la cual identifican con Lucifer.

“En este segundo turno (electoral) voy a hablar con claridad, aunque pueden matarme, pueden hacerme lo que quieran, pero no voy a callarme ante un partido como el PT, que defiende el aborto”, proclamó el cura José Augusto, perteneciente a la corriente carismática Canción Nueva, en un video insertado en la publicidad televisiva de la oposición.

La Conferencia Nacional de Obispos de Brasil procuró atemperar la furia de una parte de sus pastores hacia la candidata, pero adelantó que ninguno de ellos será sancionado si continúa usando el púlpito como barricada electoral.

En contrapartida, algunos religiosos como el ex padre Leonardo Boff y el ex obispo Pedro Casaldáliga manifestaron su apoyo a Rousseff, pero el peso de esos referentes de la Teología de la Liberación aparentemente es incapaz de hacer frente a los “templarios” de la ortodoxia.

Al final de cuentas, esos grupos fanatizados contra el aborto y el casamiento igualitario no hacen más que llevar a la práctica las órdenes impartidas por Benedicto XVI en 2007 cuando visitó San Pablo.

Los jefes de Estado Joseph Ratzinger y Lula da Silva mantuvieron encuentros protocolares y fríos, en los que el visitante se opuso a cualquier ley que despenalice el aborto y recomendó la enseñanza del catolicismo en las escuelas públicas. Lula rechazó las presiones del visitante, a quien le recordó que en Brasil el Estado y la religión están separados.

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