Mar 28.01.2003

EL MUNDO  › EL LABORISMO Y EL CAMPO DE LA PAZ ANTE SU HORA CRITICA EN LAS ELECCIONES DE ISRAEL

Sharon gana fácil; la pregunta es con quiénes

El primer ministro israelí Ariel Sharon tiene todas las chances en las elecciones de hoy y las preguntas son para después: si puede volver a la unidad con el laborismo –como quiere– o se ve forzado a una coalición con la extrema derecha.

Por Chris McGreal *
Desde Jerusalén

Los israelíes irán hoy a las urnas sabiendo que Ariel Sharon tiene asegurado un segundo mandato como primer ministro. Pero todavía nadie sabe qué tipo de gobierno encabezará o incluso cuánto durará. Los votantes tendrán que elegir entre la visión de Sharon de una paz a punta de pistola, y la promesa del laborismo para retomar las negociaciones sin condiciones con Yasser Arafat, cerrar los asentamientos judíos en la Franja de Gaza y emprender el retiro unilateral de tropas de Cisjordania si las conversaciones no provocan un asentamiento dentro de un año.
La avalancha de encuestas a lo largo de la campaña coincide en que los 4.7 millones de electores israelíes van a apoyar categóricamente el liderazgo de Sharon, a pesar de que éste presidió en uno de los períodos más violentos en la historia de Israel. Los últimos sondeos le dan a su partido, el Likud, y sus aliados en el bloque de derecha y el religioso, cerca de 65 bancas del total de 120 que tiene la Knesset, el Parlamento israelí. Mientras, se espera que el laborismo y sus aliados pacifistas sólo consigan 37 escaños. Los que decidirán el resultado son los partidos que no pertenecen a ningún bloque, en especial el virulentamente secular partido centroderechista, que espera reemplazar al ultrarreligioso Shas —de los judíos sefardíes– como el tercer partido más poderoso del Parlamento. Por primera vez, gracias a los votos “bronca”, los que no estén afiliados a ningún partido podrán poner en la Knesset a un miembro del partido Hoja Verde, que hace campaña por la legalización de la marihuana. Las revelaciones de financiamiento irregular de campaña que golpearon a Sharon en diciembre pasado mermaron un poco la intención de voto en su favor, pero no aumentaron la del laborismo.
En privado, el laborismo admitió que se aproxima a su peor derrota desde el nacimiento de Israel, hace 55 años. Pero el partido aún tiene poder, ya que Sharon luchará por construir una coalición estable y que, al menos, esté dispuesta a mantener la ilusión de buscar la paz. Lo que quiere Sharon es revivir el gobierno de unidad nacional con el laborismo, la coalición que supervisó durante la mayor parte de sus dos años como primer ministro. Y las encuestas sugieren que cerca de tres cuartos de la población está de acuerdo con esto. De todas formas, el líder laborista, Amram Mitzna, eliminó cualquier posibilidad de alianza con Sharon. Al principio, el Likud pensaba que lo de Mitzna era una pose. Pero su insistencia ha sido tal que es poco probable que cambie de opinión. Así y todo, Sharon todavía podrá formar un gobierno con el respaldo del bloque de derecha en el Knesset. Pero esto requiriría una coalición con los partidos religiosos de extrema derecha, que harán que cualquier concesión a los palestinos sea prácticamente imposible, y que exigirán de Sharon medidas de altísimo costo político.
Sharon expresó su preocupación de que una administración de extrema derecha que respondiera a los partidos políticos de extrema derecha cree una crisis diplomática con Estados Unidos. Los analistas políticos dudan de que un gobierno de estas características pueda sobrevivir más de un año. Los activistas del Likud dicen que luego de las elecciones, es probable que Sharon haga un llamado público a Mitzna para que se una a su gobierno de unidad. Si Mitzna sigue con sus objeciones, el Likud espera que éste enfrente una crisis de liderazgo o que el laborismo se divida.
El mismo laborismo está dirimiendo si se une al partido de Sharon. Los activistas del Likud creen que un nuevo líder laborista podría llegar a un acuerdo. Pero, por primera vez, también están en conversaciones con el Shinui para formar un gobierno de unidad. Esto significaría que Sharon podría deshacerse de los partidos religiosos ortodoxos, que siempre ponen gravosos condicionantes –políticos y /o económicos– a su participación en coaliciones de gobierno.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Milagros Belgrano.

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