Mié 29.01.2003

EL MUNDO

La guerra que no terminó en las montañas afganas

Estados Unidos lanzó su mayor ofensiva en Afganistán desde marzo pasado, con mortíferos ataques. Fueron muertos 18 rebeldes asociados a un señor de la guerra que quiere derrocar al gobierno pronorteamericano.

Por Rory Mc Carthy
Desde Islamabad

Cientos de soldados estadounidenses con el apoyo de bombarderos y helicópteros de combate libraron anoche su más seria batalla en Afganistán en casi un año. Al menos 18 guerreros rebeldes, supuestos fieles al islamista señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar, fueron muertos en un asalto liderado por Estados Unidos contra su escondite en las altas montañas a alrededor de 20 kilómetros al norte de Spin Boldak, una pequeña ciudad en la frontera al sur de Afganistán.
Los soldados norteamericanos, con la cooperación de las tropas del nuevo gobierno de Afganistán, estaban todavía peleando en las montañas de Adi Ghar más de 12 horas después de empezada la contienda. Las fuerzas estadounidenses llamaron refuerzos de bombarderos B-1, aviones artillados AC-130 y helicópteros de ataque Apache. Un vocero de los militares norteamericanos dijo que los F-16 de combate, provenientes de un país europeo, también estaban involucrados en la batalla. Ayer Noruega dijo que había participado en un ataque, la primera vez que su fuerza aérea había entrado en una contienda desde la Segunda Guerra Mundial. El enfrentamiento marcó la mayor ofensiva de Estados Unidos en Afganistán desde la operación Araconda, que se llevó a cabo en las montañas de Shah-i-kot, en el sureste afgano, en marzo pasado. Ocho soldados norteamericanos fueron muertos en aquel ataque, cuando se toparon con un rival mucho más fuerte al que esperaban, compuesto por seguidores de los talibanes y la red Al-Qaida.
La batalla dio comienzo ayer cuando un equipo de fuerzas especiales norteamericanas que patrullaba cerca de Spin Boldak fue atacado mientras hacía una inspección a un gran complejo residencial. El equipo mató de un balazo a uno de los atacantes, hirió a uno y atrapó a otro. Fue éste quien les dijo que 80 rebeldes más se hallaban escondidos en la montañas linderas. Fueron enviados helicópteros Apache para buscar entre las montañas, que recibieron disparos; rápidamente pidieron apoyo de tierra y aire.
“Es sin lugar a dudas la mayor concentración de fuerzas enemigas que hayamos visto desde Araconda”, dijo un vocero de la Armada de Estados Unidos, coronel Roger King, desde la base aérea de Bagram, en los cuarteles militares norteamericanos en Afganistán. El enfrentamiento, según dijo “pudo durar un período considerable de tiempo” a causa de las dificultades que ocasiona el terreno montañoso. Además, dijo que las aeronaves de Estados Unidos y su aliado habían arrojado unas 19 bombas de 1000 kilogramos cada una y dos bombas con 250 kilos dirigidas cerca de un grupo de cuevas en las montañas. “Hubo repetidos disparos de AC-130 y los Apaches AH-64”. No quedaba claro la cantidad de rebeldes a los que las fuerzas norteamericanas se enfrentaron. Al menos, 350 tropas de las fuerzas especiales estadounidenses, la 82 división aerotransportada y el gobierno afgano formaron parte de la operación y se enviaron refuerzos.

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